Son incontables las veces que la
realidad supera con creces a la ficción. Lo que viene a continuación es una de
ellas.
Se ha producido un desembarco
militar en la Costa Brava concretamente en la cala Mateua de la famosa ciudad
de L´Escala. El Ejército y la Guardia civil, con sus respectivos pertrechos
bélicos, sorprende a los bañistas. Más de uno de estos ha declarado que lo
primero que pensó fue en las declaraciones de Cospedal, Ministra de Defensa, exhibiendo
que el Ejército podía intervenir en la cosa catalana. La noticia corre como
reguero de pólvora: a los profetas desarmados del somatén ideológico
independentista les pilla de sopetón y a los poetas armados de lo mismo les
coge de improviso. El resto del personal se prepara a hacer selfis a diestro y
siniestro pues la ocasión la pintan calva.
¿Una maniobra militar de
intimidación? ¿Una exhibición de fuerza de los picoletos y los milicos? Ni lo
uno ni lo otro. Pero la Benemérita y el Ejército son reales, no hay trampantojo
alguno. La cosa es más crematística. Resulta que el concejal de dicho
Consistorio en representación del PDeCAT, Martí Guillem, es dueño del camping que está a la vera de la playa.
Ya saben ustedes que ese partido es el heredero de la vieja Convergència. Pues
bien, este empresario hotelero, que siempre –según manifestó
reiteradamente-- manifestó enérgicamente
que L ´Escala debía ser un territorio libre de maniobras militares organizó
junto a las autoridades españolas dicho desembarco con el fin de que los
clientes del camping disfrutaran de un espectáculo y, así, matar el
aburrimiento. Picoletos y milicos se avinieron a ello con la condición de no
cobrar ni un duro.
Profetas desarmados y poetas armados
hacen mutis por el foro, aunque hay quien afirma que tuvieron un alivio. No era
ni una invasión ni una exhibición. Era puro negocio de hostelería a favor de
uno de los suyos, el militante convergente Guillem. Un caballero que con una
mano denuncia a España y con la otra se aprovecha de sus aparatos militares.
Ni una versión de zarzuela bufa
daría para tanto. Ni siquiera a Joan Capri
se le hubiera ocurrido algo así. Pero, hoy, casi todo es posible en Cataluña.
Por cierto, si no se lo creen demanden a La Vanguardia. Ahí tienen la noticia: http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170708/423958681975/un-desembarco-militar-en-la-costa-brava-sorprende-a-los-turistas.html
Aquí lo mismo se fríe una
corbata que se plancha un huevo.
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