Una de las organizaciones más eficaces del
sindicalismo español es Comisiones Obreras
de Albacete. Su eficacia se
explica, a mi entender, por una relación virtuosa entre el proyecto y la
organización de dicho proyecto. O, por mejor decir: proyecto y organización
fusionados en un quehacer de acción colectiva periódicamente verificados. A los
sindicalistas albaceteños les caracteriza un estilo sobrio que les viene desde
sus primeros andares a mediados de los años sesenta del pasado siglo. Gente muy
formal, sin perifollos de ningún tipo, que siempre me impresionaron con sus
intervenciones en los consejos confederales.
Hace días uno de los padres de la organización
albaceteña, Antonio Navarro, (en la foto)
escribía en este mismo blog sobre la problemática de los trabajadores del campo
inmigrantes (1). De sus condiciones de vida y de la miseria de jornal que les
pagaban. Hoy, el mismo Navarro, informa –es decir, verifica-- el resultado de aquella denuncia que sus
protagonistas hicieron ante los medios de comunicación. Nos lo detalla de
manera austera y, de paso, señala en qué ha quedado la acción colectiva de los
braceros inmigrantes y de su relación con la Unión de Sindicatos de Albacete.
De paso, nos propone una serie de reflexiones –tan sobrias como eficaces-- de lo que es, con toda naturalidad, la tutela
y representación del sindicalismo.
Dice Antonio Navarro: «Si hace unos días
denunciamos las condiciones de esclavitud en las que trabajaban un grupo de
trabajadores del campo, hoy podemos anunciar que su denuncia ha tenido éxito.
CCOO y la empresa han firmado un acuerdo por el cual se les abonará 2000 € a
cada uno de los trabajadores en concepto de atrasos por los días no trabajados
así como la incorporación a la empresa en las condiciones fijadas en el
Convenio colectivo del sector. Al parecer, según la empresa, han sido los
intermediarios los responsables de esta situación. En el campo como en otros
sectores, los intermediarios parasitan entre el productor y el consumidor
obteniendo unos beneficios sin correr riesgo alguno. Pero este es un asunto del
que hablar en otra ocasión.
»El éxito de este conflicto ha venido motivado
por lo que en CCOO calificamos como "sindicalismo de proximidad", es
decir, la presencia permanente en las empresas y en los centros de trabajo. En
algunas ocasiones más enunciado que practicado. No descubro nada nuevo si digo
que uno de los mayores males internos que afectan al sindicalismo es el del
burocratismo, la existencia de estructuras inermes que pesan como una losa en
la vida sindical. Hasta el punto de distraer más tiempo y esfuerzos en el
mantenimiento de estas estructuras que a la acción sindical. Suele ser común en
las grandes organizaciones, se mueven como los elefantes, inmersas en dinámicas
internas que hacen del mantenimiento de su supervivencia en el mayor motivo de
su existencia. Riesgos de los que no estamos exentos las gentes de CCOO. Sin
embargo, casos como el que nos ocupa nos abre una ventana de oportunidad para
reivindicar la utilidad del sindicato, la necesidad de su existencia.
Homenajear a los y las sindicalistas de a pie quienes, desde dentro y desde
fuera de los centros de trabajo construyen sindicato. Felicidades a las CCOO de
Albacete».
En resumidas cuentas, ha hablado un maestro. Sin
aspavientos. Antonio Navarro o la expresión del sindicalismo
castellano-manchego.
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