Les sugiero que vean
detalladamente la foto que preside esta entrada. Miles de personas atiborradas
en una playa, que puede ser el paradigma de nuestro litoral. Entiendo que las
sardinas están más desahogadas en sus latas respectivas. Miles de personas
oliéndose los respectivos sobacos, percibiendo las cremas, los bronceadores y la
fritanga del almuerzo. Algún espíritu rutinario podría contestarme aquello de
«sarna con gusto no pica». Sea. Pero pique o no pique sigue siendo sarna.
Tengo para mí que este modelo de
usar las vacaciones ha entrado en crisis. Incluso, con el riesgo de ser
malinterpretado, diré que lo hemos puesto en crisis. Afortunadamente, porque el
derecho a disfrutar las vacaciones se ha extendido masivamente. Ahora bien,
ello presupone que el uso social de esa conquista, las vacaciones, merece ser repensado
para que cumpla mejor su objetivo: un reposo gratificante.
El sindicalismo confederal tiene
mucho que decir –y, sobre todo, hacer--
sobre ese particular. El objetivo sería que el uso social de las
conquistas en general (y de lo que hablamos en particular) sea disfrutado
amablemente. Me propuse hablar de ello, recuperando una vieja propuesta de un
servidor, en “No tengáis miedo de lo nuevo”. No lo hice porque el número de
páginas que me concedía la editorial era limitado y tuve que renunciar. En esta
ocasión vuelvo a la carga, después de años de haber puesto en el congelador mi
propuesta.
Se trataría, grosso modo, de lo
siguiente: desestacionalizar el periodo de vacaciones en España, muy
mayoritariamente centrado en los meses de julio y agosto. Y extenderlo hacia
los meses de mayo, junio y septiembre. Añadiendo más días de vacaciones a
quienes deseen disfrutarlas en estos meses. Unos sistemas de organización del
trabajo adecuados y las nuevas tecnologías lo permiten hoy más que nunca. Al
menos podrían hacerse algunas experiencias piloto en ciertos sectores y
determinadas empresas. Las ventajas para el sector de la Hostelería serían
evidentes. En todo caso, hay que impugnar que el actual modelo esté
definitivamente dado y que no tenga fuertes correcciones.
Por lo demás, demostraría que
una renovación del sindicalismo confederal y de la negociación colectiva no
sólo se preocupan de los aspectos cuantitativos de la condición de las personas,
sino también de los cualitativos.
Ya me dirán.
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