El Dómine Cebra
Parece que han quedado atrás los
tiempos en que los independentistas catalanes intentaban argumentar los motivos
de la ruptura con España. Intentar, he dicho. Aunque fuera con argumentos
truculentos, al menos era algo. También quedan lejanas aquellas aseveraciones
tendentes a demostrar que el apoyo internacional a la causa del secesionismo
era un hecho. Todo eso tuvo escasísimo recorrido. Fracaso diplomático y
despilfarro de dineros empleados en dicha labor.
Ahora se ha entrado en una fase
que, dicho escuetamente, podemos caracterizar de esta manera: agotados los
argumentos y fracasados los castillos en el aire, el intento de argumento ha
dado paso a la invectiva y al insulto a todo un pueblo. «Los españoles me dan
pena», dice el nuevo director general de los Mossos de l´Esquadra. O los
«españoles me dan asco por su olor a pescado», según explica doña Pilar Rahola. Ambos en twitter.
De lo que infiero que se trata de crear un batallón de agitación y propaganda
como substituto del fracaso del razonamiento político.
Naturalmente es irrelevante que
los españoles le den pena al capataz de los Mossos. Pero es mucho decir que los
españoles apestamos a pescado. (Rahola: de
te fabula narratur). Lo que es rematadamente falso. Aunque ciertamente la
gente de la mar –de todas las latitudes--
mientras dura la labor apestan a pescado; después se duchan y a otra
cosa, mariposa. Ahora bien, qué relación hay entre dicho olor de los españoles
y el procés
catalán. Es algo que esa potente intelectual de Rahola no ha aclarado. Pero ahí
queda dicho para admiración de sus propios y como arma argumental a falta de
razonamientos convincentes. En todo caso, la novedad ya no es el ataque a las
autoridades españolas, sino a todo un pueblo sin excepción. Con lo que podemos
convenir que el discurso secesionista está agotado, quién sabe si
definitivamente.
Hace mal Rahola. Porque no pocos
españoles huelen a chotuno y a bragueta incontinente. Lo que es igualmente
compartido por determinados sectores catalanes. Por ejemplo, me da que en estos
momentos huelen –y no a ámbar— de la misma manera Ángel María Villar y Sandro Rosell. Por no decir, Oriol Pujol Ferrusola e Ignacio González.
Ahora bien, ¿qué sentido tiene
ese estilo del capataz de los Mossos y el de la musa Rahola? Oído cocina:
comoquiera que el procés acabará en
derrota se trataría de impedir las bases de una relación positiva entre los
«catalanes» y los «españoles», vale decir, que la llama del enfrentamiento no
decaiga. Que es cosa que se alienta desde los fondos de reptiles de las
covachuelas de Madrid y Barcelona. O sea, mantener la bronca por otros medios.
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