jueves, 17 de noviembre de 2016

La disciplina de voto y otras chucherías




El espíritu de OK Ferraz sigue presente, aunque por otros medios. Por un lado, la Gestora ha puesto en marcha una singular sarracina contra quienes votaron contrariamente a la orientación de abstenerse y, de esa manera, procurar la canonización del hombre de Pontevedra como presidente del Gobierno. Por otro lado, una serie de sectores del PSOE se han alzado contra quien gestiona el partido: la novedad más llamativa es que no son pocos los que en Andalucía impugnan las formas y maneras de la señora baronesa, Susana Díaz.

Un inciso: todo intento de banalizar las normas de una organización, del tipo que sea, no lleva a ningún sitio que convenga. Sin reglas no hay funcionamiento eficaz. Por eso, la democracia es sobre todo normas de obligado cumplimiento. Máxime en aquellos colectivos donde se ingresa voluntariamente. De ahí que los estatutos de los partidos sean, por así decirlo, la particular constitución de las organizaciones. Atrévase cualquier asociación a no establecer normas y comprobará que ocurre. Se cierra el inciso.

Dicho lo cual, tengo para mí que la batahola que está viviendo el partido socialista poco tiene que ver con las normas. Es, a mi entender, la consecuencia de una serie de problemas antiguos que o no se resolvieron o se cerraron defectuosamente. Son problemas, viejos y nuevos, que se han acumulado y enquistado como placas tectónicas. Frente a ellos recurrir a la «disciplina de voto» es algo así como un parche de Sor Virginia. Algo naïf. Entre otras cosas porque hay momentos en los que el consumo de sapos es indigesto. En pocas palabras, ante los movimientos tectónicos que hay en el viejo partido el hecho de recurrir a la disciplina de voto se convierte en una golosina del colodrillo. O, si se prefiere, en un intento de resolver el enquistamiento de una serie de cuestiones por la vía administrativa.

Lo sorprendente en toda esta historia es que la versión española de la socialdemocracia haya actualizado el llamado centralismo democrático que tanto criticó otrora y el antañón concepto de que el partido se depura a golpe de sanción y, si encarta, con las medidas disciplinarias más rigurosas.

El resultado de todo ello recuerda el famoso terceto del más grande florentino –por lo menos--  hasta la hora presente:

¡Ahi serva Italia, di dolore ostello,
nave sanza nocchiero in gran tempesta
non donna di province, ma bordello!


Dante Alighieri, “La divina Comedia”. El Purgatorio, Canto VI.

O sea:


(¡Ay sierva Italia, albergue de dolor,
nave sin piloto en medio de una gran tempestad
ya no más Señora ejemplar de enteras naciones, sino burdel!)


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