sábado, 9 de mayo de 2020

La «septimana horribilis» de Casado


1.--- Aznar propone y Casado cacaseno dispone.  El hombre que se fue a Marbella exigió leña al mono aprovechando la coyuntura: dijo percatarse de una creciente desafección por parte de la gente a las medidas del Gobierno contra el coronavirus. Su monecillo chocó los talones, se llevó la mano a la sien derecha y respondió «¡a la orden!». Aznar propone y Casado se come los errores del marbellí. Tres cuartos de lo mismo de lo que ocurre entre Waterloo y su monaguillo. Digamos que no se es un político de derechas si no se tiene quien le ayude a decir misa. Si no es así no se tiene fuste.

El atolondramiento de Casado le ha llevado a un doble fracaso. Los dos han sido espectaculares. De un lado, creyó que iba a noquear a Pedro Sánchez en el último debate en el Congreso de los Diputados y no sólo resultó lo contrario sino que, además, se le escapó Ciudadanos; de otro lado, en la Comunidad de Madrid se ha dado la situación política más esperpéntica que se recuerda. Conclusión provisional: Pedro Sánchez sale fortalecido y Casado debilitado y en ridículo.

La exigua presidenta de la comunidad de Madrid era, según dicen, partidaria de no precipitarse en la salida del estado de alerta. Pero –tras la orden de su Cacaseno en jefe--  cambia de postura. Dimite, entonces, la máxima responsable de Salud que se niega a estampar la firma de petición al Ministerio de pasar a la fase 1. Ayuso no se arredra y comete el pecado mortal menos aconsejable del Derecho Administrativo: presenta la petición sin firma y sello. Ni en tiempos del general Narváez, el famoso espadón de Loja, se hubiera admitido dicho disparate administrativo. Además, a cosica hecha. Consejo de aquel Miguel Angel Rodriguez, hoy colocado cabe Ayuso. Con un sueldo de 93.855 euros del ala como sueldo, según afirma El Plural. 

En resumen, una semana horrible para estos dos liantes. Como la que deseo a mi peor enemigo. 

2.---  Se ha creado la comisión interparlamentaria para abordar los problemas de la situación económica y social. La preside un político temperado, fogueado en mil escaramuzas, Patxi López.  No tengo el más mínimo reparo. Ahora bien, visto desde el tendido de Sol me creo en la obligación de advertir: ese grupo tiene sólo y solamente la responsabilidad de hacer propuestas para abordar la situación, y no para convertirse en un chiringuito de ataque al Gobierno.

Por lo demás, quiero llamar la atención de lo que sigue: esa comisión interparlamentaria no es, no debe ser,  la substitución del Pacto nacional por la reconstrucción, que –como hemos dicho en otras ocasiones, y no es ocasión de cansar al paciente lector— es lo fundamental.



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