lunes, 16 de septiembre de 2019

El giro de Esquerra Republicana de Catalunya



1.-- «En los márgenes más incandescentes del independentismo catalán está cristalizando un populismo centrado en el odio a todo lo español», ha escrito Antoni Puigverd en “Corazón en el congelador” (La Vanguardia, 19.9.19). Puigverd a quienes unos y otros le tildan de equidistante. Puigverd: in media virtus. En todo caso lo nuevo es la amplitud de ese populismo y su ubicación política. Ese populismo es más amplio que nunca. La novedad en todo caso es que hay un movimiento todavía difuso que se le confronta. Un populismo que anida en las diversas congregaciones post convergentes, intentando adquirir carta de naturaleza. Jordi Pujol dejó indiciado ese movimiento, que usaba cuando se sentía asediado. Un populismo que se practica como catalizador de enfrentamientos, incluso cainitas.

2.--  Este fin de semana se ha celebrado el congreso de Esquerra Republicana de Catalunya. Sin novedad en el monasterio. Los órganos dirigentes han sido aclamados a la búlgara. Esquerra es un partido tradicional, sin que esto por el momento signifique desdoro. Las ponencias han mostrado el potente consenso entre la base, la bisectriz y la cúpula del triángulo isósceles. Lo dicho, Esquerra es un partido tradicional. Los experimentos sólo en casa y con gaseosa. No es, por tanto, un conjunto de retales donde cada sastrecillo tiene su alfiletero.

Operación inteligente con voluntad de tener recorrido. Es la vuelta al pujolismo: comoquiera que esto va para largo vamos a dejarnos de collonades. Todas las martingalas que, entre unos y otros, hemos puesto en marcha nos han llevado a este pedregal. Dejemos que la banda del Empastre se vaya estrellando con sus charlotadas. Nosotros a «fer política». La agitación subversiva se la dejamos a Waterloo y sus sucursales de secano. Nosotros somos la versión renovada del peix al cove.

3.--  Atención, pues, a las conclusiones del concilio de Esquerra. Un giro, que ya venía insinuándose, se ha consumado. Pensar que todo sigue igual sería una muestra de indigencia política. Fingir que no ha pasado nada nuevo es hacer sencillamente el cantamañanas.


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