lunes, 11 de febrero de 2019

Se calentaron tanto las braguetas que al final acabó en gatillazo (y 2)




Se propone que el manifestódromo (es decir, el número de personas que acuden a un acto de protesta en un lugar concreto) tenga como unidad de medida el «colón». Me explico: la delegación del Gobierno (PP en aquella época, año 2016) contabilizó los asistentes en 50.000 personas.  Fue un acto con casi las mismas características que la del domingo pasado. El colón, pues, y no se hable más.

En el post anterior hacíamos una valoración de urgencia. Nos mantenemos en lo dicho y, si podemos, ampliaremos las consideraciones que allí dejamos escritas. Fracaso sin paliativos. Es el fruto, no de la improvisación, sino de una estrategia que, de momento, no resulta convincente para el grosor del electorado de la pareja de hecho Casado y  Rivera. Con la correspondiente carabina. Los tres, cual aquella bestia dantesca, «tras comer tiene más hambre todavía» (1). Los de la Adoración Nocturna se han pasado de rosca. El primero no cuaja en su afán de nostálgicas violetas imperiales y el segundo danza del  coro al caño y del caño al coro.

Dicen algunos gastrónomos de secano que el consumo de sapos tiene límites. Pues bien, tanta desfachatez política, tan estajanovista producción de mentiras, tanta carga de ideología de baratillo no han conseguido el consenso del grosor del pluriverso de las derechas españolas. La unidad de medida del «colón» lo pone de manifiesto. La plaza madrileña fue solamente un trampantojo. O un péplum. En todo caso, me aventuro a decir que hay algo más que déficit de consenso. Tan exigua cantidad de manifestantes en proporción al número de votantes, hace que deslicemos otro concepto más fuerte: se trata de desafección, al menos en relación a un tema tan sensible como la injuria de que Pedro Sánchez es un vendepatrias que se ha entregado con armas y bagajes al independentismo catalán, y que para remediarlo se le considera «ilegítimo» y, por tanto, un «felón okupa». Conclusión, la convocatoria de una magna concentración que, así las cosas, se  convertía en motín. Belicosidad subversiva. Exhibición de casticismo y ninguna referencia a Europa.

La Adoración Nocturna ha demostrado ser una peña de gente bisoña, teledirigida por una persona que camina aceleradamente al más castizo sentimiento trágico de la vida. José María Aznar. Fiasco, pues. Definitivamente falló aquello que algunos cantaron: «Hoy puede ser un gran día».

Atención a una curiosidad: Manuel Valls, el  candidato a la alcaldía de Barcelona paseó su soledad por la plaza de Colón. La mitad de su lista electoral dejó claro que no iría. Igualmente chocante fue la presencia de aquel José Luis Corcuera y sus faralaes buscando desesperadamente una puerta para darle una coz.

Con todo, el cuadro político se mantiene en sus líneas generales. Mañana empieza el juicio contra los dirigentes del procés. Me sospecho que la convocatoria de la concentración era un aviso al Tribunal, algo así como decirlos: “Sepan ustedes dónde están los patriotas”. 

1)           Dante Alighieri. Divina Comedia (Capítulo 1, verso 99, Infierno)

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