sábado, 26 de enero de 2019

Pablo Iglesias, haz caso de Ulises




Tiene su mérito ser marinero de agua dulce. Para ello se necesita pericia, ojo de buen cubero y sentido de las proporciones. O sea, no es cosa fácil. Ahora bien, sus complicaciones (que también las hay)  no tienen punto de comparación con las de navegar a mar abierta. Sin embargo, la crisis de Podemos no es la de una navegación  de agua dulce, ni siquiera de bajura. De entrada, podríamos decir que es el resultado de las salidas en falso que se han dado a las anteriores crisis. Con una diferencia notable y visible: el cuadro político general ahora es más grave, con lo que le da a esta crisis unas proporciones más amplias y complicadas que las de antaño. Lo que está ocurriendo en Podemos se da en el contexto de la situación de Cataluña, el Brexit y, ahora, el problemón de Venezuela.

Este quilombo tiene su origen, como los anteriores, en el vértice de la organización. Su novedad, no obstante, es que aparece en el contexto de otros conflictos territoriales. Llueve, por consiguiente, sobre mojado. Mientras tanto, Pablo Iglesias el Joven se encuentra en Babia.  Chocante: el velero bergantín está en mar abierta, mientras su capitán está en el puerto. ¿Tiene sentido que en esta galerna el capitán esté silente? ¿O es una faceta desconocida en él de sobrevenido tancredismo?

No es fácil encontrar una solución en este nudo de Podemos. Pero difícil no equivale a imposible. Todavía puede haber una salida. Siempre y cuando no se busque la perfecta sino la posible. Siempre y cuando se parta de la voluntad política de buscar un acuerdo entre las partes y, para ello, se pongan los mecanismos políticos que conduzcan a ello. Por lo que, de momento, hay que salir de Babia. (Espavila, Favila, que viene el oso, aunque hay quienes afirman que aquello fue un asesinato político).

Pablo Iglesias el Joven debería recordar el famoso cántico XXVI de la Divina Comedia.  La nave donde viajaba el ´astucísimo´ Ulises se topó con un enorme temporal que acollonó a la marinería. Entonces, Ulises truena jupiterinamente y arenga a los suyos: «Considerad –dijo--  vuestra ascendencia; /  para la vida animal no habéis nacido, /  sino para adquirir virtud y ciencia» (No digo cómo acabó aquello, el curioso lector que quiera saberlo que acuda a la Divina).

Addenda para no tener en cuenta ahora mismo, sino más adelante. Mi amigo Daniel Martín, maestro albañil y sindicalista con punto de vista fundamentado, sostiene que la forma organizativa de Podemos (una enorme red de taifatos) es una fuente de conflictos. Me lo pensaré. En todo caso, mientras tanto, sólo estoy en condiciones de decirme por lo bajini que si se opta por dicha forma –a saber, un conjunto de retales--  es conveniente ser un sastre de altura, no de agua dulce.  

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