viernes, 11 de enero de 2019

Carta abierta a los Comunes




Está encima del tapete la discusión simultánea  de los Presupuestos del Estado en Madrid y los de la Generalitat de Catalunya en Barcelona. Son, como es sabido, las cuentas que posibilitarán la puesta en marcha de las políticas concretas. Es, dispensen el símil, la hierba que necesita la vaca para dar y repartir leche. Es una discusión que no requiere melindres sino planteamientos concretos.

Con independencia de los deseos de Pedro Sánchez, lo cierto es que –al menos todavía--  no salen con claridad los números para su aprobación en el Parlamento. Los independentistas van del caño al coro y del coro al caño y Podemos, que ha batallado lo suyo por su aprobación, está ahora jugando al  escondite y exigiendo un huevo duro más, haciendo abstracción del nuevo cuadro político que se dibuja tras el terremoto andaluz. Con lo que los vaivenes de doña Correlación de Fuerzas no parece que le sean amables al gobierno socialista.

En Barcelona –ya lo hemos dicho, simultáneamente--  el govern de Torra intenta camelarse a los Comunes para conseguir la aprobación de las cuentas financieras. Lo que, obviamente, parece lógico. Yo haría lo mismo.

Ahora bien, esta reflexión parte de la siguiente consideración: los presupuestos de la Generalitat –se diga lo que se diga— no son una variable independiente de los Presupuestos Generales del Estado. No lo son, lo diga Agamenón y su porquero. Quien no lo quiera ver o está en Babia o confunde el tocino con la velocidad. Alguien tendría que decirlo. Por lo que, en esa lógica, planteamos lo siguiente: lo idóneo sería que ERC y PDECAT aprobaran en Madrid las cuentas del Estado y los Comunes hicieran lo propio en Barcelona. En esa dirección se han pronunciado con claridad las organizaciones sindicales y patronales catalanas.

Pero, como en determinada política, todo hay que revestirlo de pavo real diremos que el apoyo de los Comunes a las cuentas financieras catalanas debería darse como pacto de la aprobación de los presupuestos del Estado. No se exige que los pactos sean militantemente entusiastas, sino simplemente pactos. Con o sin resignación, pero pactos.

A mi juicio sería poco serio que en Madrid no se llegara a un consenso –resignado o no--  mientras los Comunes firman en Barcelona. Ir con el lirio en la mano sólo es cosa de ingenuos.

Ya saben: do ut des. Que vale lo mismo que decir «yo te doy, tú me das».

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