jueves, 24 de enero de 2019

Navajadas traperas en el independentismo




Desde hace ya demasiado tiempo la gastronomía independentista se ha convertido en un gigantesco bodrio. Su master chef, el hombre de Waterloo, compite consigo mismo y sus circunstancias en esas fritangas. Ahora se ha superado primorosamente llevando a la Mesa del Parlament  al Tribunal Constitucional. Puigdemont acusa a la Mesa de haber vulnerado sus derechos.  El dardo envenenado se dirige contra Roger Torrent, presidente del Parlament en particular y Esquerra Republicana de Catalunya en general.  Puigdemont y Esquerra son íntimos enemigos.  Primera conclusión provisional: si es estrafalario que el ex president ventile sus diferencias con ERC en el Constitucional al que desafió e insultó, aún lo es más que demande al Parlament que lo invistió.

Podríamos decir, en todo caso, que este enfrentamiento –nada menos que en el Tribunal Constitucional--  es el choque más áspero de cuantos se han dado, y no han sido pocos, en el interior del independentismo. Es, por así decirlo, la consagración de la división interna. Es un contencioso que se dirime no negociando, sino en un aparato del Estado tan importante como el Tribunal Constitucional, que siempre fue el blanco de las iras del hombre de Waterloo. Es un incremento cualitativo de la división del independentismo político.

Ahora bien, ¿la división, que no es nueva, es la causa de la crisis del independentismo como dicen algunos analistas? Tengo para mí que es el fracaso –más bien el conjunto de fracasos-- lo que ha ido propiciando la crisis. Tanto tiempo esperando la anunciada llegada de Godot, quien ni siquiera hizo acto de presencia. No obstante, me permito intercalar otra pregunta: ¿es Puigdemont el principal problema político que tiene Cataluña? Ni hablar del peluquín. A mi juicio lo más relevante de esta crisis es la actitud paralítica de Esquerra con relación al hombre de Waterloo. Con lo que los de Junqueras se encuentran en una posición que recuerda al asno de Buridán. De Esquerra, decimos, que no se enteró del mensaje del Rey Lear: «cuando los ciegos guían a los locos».

Addenda.--  Leemos en la prensa que un temperado Lluis Foix se hace cruces ante las declaraciones de Puigdemont a la revista  Komsomólskaya Pravda elogiando «a la Rusia de Putin». Normal, digo para mis adentros. Por algún sitio tendrá que rebañar apoyos. Aunque es posible que las tribulaciones del caballero le hayan hecho olvidar cómo se las gasta el Zar con los chechenos. 


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