jueves, 3 de octubre de 2019

¿Errejón por Barcelona?




Errejón tiene todo el derecho del mundo a presentarse por donde quiera y pueda, lo que incluye naturalmente la circunscripción de Barcelona. Por eso no es de recibo que alguien le haya hecho llegar que si presenta candidatura en Barcelona será considerado, poco más o menos, como un casus belli. La prensa atribuye esa amenaza a los Comunes. Soy del parecer que eso no cuadra con el talante remilgadamente libertario de esa organización. En suma, más parece una deposición de Radio Macuto.

Creo que Errejón tiene mucha vida política por delante, siempre y cuando mantenga esa actitud reposada, que nada tiene que ver con algunos de sus viejos amigos –hoy íntimamente adversarios--  espasmódicos unos, populacheros otros. Y, sobre todo, tendrá más vida si es consciente de que la palabra dada (especialmente si se ha hecho urbi et orbi) es un valor en sí mismo en los sectores de la izquierda digna y dignificada.

Errejón hizo su juramento de Santa Gadea: no se presentaría en aquellas circunscripciones donde pudiera  quebrantar a las izquierdas. Un servidor, con la retranca que da el paso del tiempo, me dije, confiado, «ya se verá». Sin embargo, hay quien se empeña en dar la razón al viejo refrán: cuando el río suena agua o piedras lleva. Con todo, nótese que las campañas electorales y la lucha política, por lo menos desde los tiempos de Pericles, es también una áspera contienda de bulos con o sin fundamento.

En todo caso, poca agua lleva el río Errejón en Barcelona. Se dice que podría apoyarse en el grupo que le acompañó en el ruidoso Vistalegre 2 y en el sector federalista de los comunes. Pero si el joven político echa cuentas podrá llegar a la siguiente conclusión: sus amigos barceloneses más directos eran escasos y el sector federalista –tan lúcido como inapetente de acción política práctica--  ha hecho voto de obediencia a la cúspide. Podrían votar a Íñigo de pensamiento, pero de obra irá a la Madre Superiora. En suma, Errejón no tiene necesidad de que, mientras viva, sea recordado por la cal viva que significa la ruptura de la palabra dada.

Por lo tanto, hay que apechugar con la palabra dada. Lo que ocurre por haber olvidado a Napoleón: «El mejor método para cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás».

No hay comentarios: