Sugiero
que se cierre el bar del Parlament cuando sus señorías están debatiendo en el
pleno. No es aconsejable tener la cabeza en poder de las uvas cuando se deciden
cosas importantes o no. Sin ir más lejos, como ya hemos comentado, el Parlament
acordó la «desobediencia civil e institucional» contra el Estado. Lo
sorprendente es que, pasadas cuarenta y ocho horas, se arriaron los cartelillos
y pancartillas que colgaban de no pocos edificios oficiales.
Más
todavía, tómese nota de las palabras de Oriol Junqueras (La Vanguardia, hoy): «El Estado ya ha
demostrado que puede poner en riesgo las instituciones catalanas. No puede
volver a pasar, hay un bien a preservar, son los ciudadanos y las
instituciones». Es el «simbolismo vacío» de la desobediencia que aprobaron sus
Señorías –incluidos los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya-- al parecer después de
comer.
La
sobria respuesta de Junqueras demuestra su inquietud ante lo que parece
considerar retórica vacua. Pero, al mismo tiempo, nos sugiere una pregunta
inquietante: ¿qué autoridad política tiene Junqueras en el partido del que es
presidente? ¿cuál es la posición oficial del partido ante el asunto de la
desobediencia? ¿por qué el grupo
parlamentario dice pitos y Junqueras afirma que flautas? Tal vez la respuesta
esté en el canto sexto (Purgatorio) de La
Divina Comedia, donde Dante dice que Italia es un «barco sin timonel» (nave senza nocchiere). De donde se
podría desprender que ERC no tiene quien la gobierne.
Geométricamente hablando
es preciso rectificar al viejo Euclides: los
triángulos pueden ser equiláteros, isósceles, escalenos y
esquerrorrepublicanodecatalunya; en los Elementos
sólo se mencionan los tres primeros.
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