En la foto: Togliatti, Amendola e Ingrao
OK Ferraz
es, de momento, la culminación de un trayecto que viene de muy atrás: crisis de
proyecto político, de forma-partido, de liderazgo con todos los atalajes que
conlleva en el terreno personal que han llevado al PSOE gradualmente a una considerable
pérdida de representatividad y representación. La crisis es de tal magnitud que
los comportamientos de los grupos dirigentes nos han recordado las
tradicionales reyertas de los grupúsculos que en la historia han sido. Una primera
sugerencia: todos los partidos, especialmente los de izquierdas, deberían
estudiar a fondo el singular proceso del PSOE en los últimos años. Y, más
concretamente, nadie debería decir que de ese agua no beberá.
Hablemos, pues, de Podemos. Y también, por extensión, de sus amistades confluyentes. A todos ellos
les hemos tratado desde este blog con respeto y afecto crítico.
En
Podemos siempre hubo un debate, a veces desordenado, que en ocasiones rayaba en
lo caótico. Digamos que era lo lógico en una organización en sus primeros
andares. Cuando Podemos entró espectacularmente en las instituciones tuvo que transformar
la gelatina de sus planteamientos en concreción política. Normal: no sólo de alquimia
vive el hombre. Naturalmente, los matices fueron afilándose a la hora de
concretar asuntos tan sólidos como las políticas de alianzas en sus diversos
niveles. En resumidas cuentas, se fue abriendo paso el tránsito de la poesía a
la prosa. Entonces, la acumulación de matices se fue reagrupando en diversos corpus
políticos paralelos. Hasta que, puesto el freno de la dispersión, la cosa se
concretó en dos grandes matices, que –por simplificación voluntaria por nuestra
parte— llamaremos los pablistas y los
errejonistas. Cierto, unos y otros son, a su vez,
agregaciones no monolíticas, vale decir, agrupaciones diversas que, por el
momento, tienen a Pablo y a Errejón como puntos de referencia, instrumentales o
no.
Esa
situación no es necesariamente mala. El Partido Comunista Italiano tuvo diversas alas –no estatutariamente
reconocidas pero públicamente visibles--
con jefes de tronío cada una de ellas en personalidades como Giorgio Amendola
y Pietro
Ingrao que, en más de una ocasión provocaron los dolores de
cabeza al mismísimo Enrico Berlinguer. Sin embargo, la sangre, en aquellos tiempos
de estas grandes figuras, nunca llegó al Tíber. Digamos, pues, que no
necesariamente pablistas y errejonistas están llamados a reeditar
su particular OK Ferraz. La cuestión, que no está en la cortesía remilgada,
puede estar en el debate que explicite sus contenidos concretos de la realidad
de la calle. Cuando ese debate se transforma en teología es inminente que la polémica
gire en torno a si los ángeles tienen testículos u ovarios. Este es un tema
que, desde Orígenes, está
sin resolver para mayor perplejidad de los sexólogos.
Probablemente
OK Ferraz abra una nueva situación política, que ya iremos viendo. Deseamos que
el viejo partido sepa salir de este gran embrollo; Podemos, por su parte, debe
aprender la lección. Porque, en caso contrario, alguien dirá: «El último en
salir, que apague la luz».
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