Pablo Iglesias
el Joven no debe jugar con algo tan serio como una huelga general (1). Es más,
debería sacar lecciones de lo intempestivo de algunas de sus frecuentes intemperancias.
Y también necesita templar esa puñetera manía de decirles a los demás lo que
deben hacer. Por lo demás, empieza a ser harto molesto el tono imperativo de
sus exigencias.
Una huelga general no es una
broma, ni debe salir de un pronto. Más
todavía, una huelga –sea general o en cualquiera de sus formas-- no es algo contingente al servicio de la
política. Menos todavía de unos intereses partidistas, aunque estos sean
legítimos. Por lo demás, si Podemos quiere ser una organización de masas,
debería evitar el contagio sobrevenido o no de la concepción libresca de los
grupúsculos. Vale.
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