sábado, 11 de junio de 2016

Podemos y PSOE, dos gallos frente a frente




Siempre me ha intrigado la estrategia del mantenella y no enmendalla  cuando de manera repetida se ha mostrado inútil y contraproducente para quienes la emplean. Pongamos un ejemplo: la violenta e irascible campaña contra Podemos. Que tiene dos ejes visibles: de un lado, la cacofónica insistencia en la vinculación que le atribuyen con la Venezuela bolivariana; y, de otro lado, el carácter antisistema, que según sus detractores, tiene la formación de Pablo Iglesias El Joven. No son los únicos ataques pero sí los más visibles. Y, puestos a decir las cosas por su nombre, diré que ambos son infundados.

Esta campaña no es de ahora. Viene de, al menos, dos años. Después de las pasadas elecciones generales se amplió el chillerío y –tras el acuerdo con Izquierda Unida--  se incrementaron los decibelios. Y, sin embargo, parece que todo ello importa bien poco a importantes franjas del electorado que, según las encuestas, nos informan que el circulo morado va ampliando consensos.

Por su parte, la novedad es que Iglesias ha reaccionado con un temple al que no nos tenía acostumbrados: rebaje del timbre de una cierta petulancia, una provocación más temperada y su insistencia en la mano tendida al PSOE. No parece que sus competidores tomen nota porque insisten en la vieja estrategia del golpe, tan bajo como inútil, de hace dos años. Que esto pueda dar dividendos al Partido Apostólico parece evidente, pero es dudoso que le convenga al PSOE, según nos dicen las encuestas. Los de Pedro Sánchez dan la impresión que están más en el ambigú que aconsejando cambiar el paso. Es más todavía, el giro socialdemócrata –real o ficticio--  de Podemos, en vez de ser saludado por el PSOE con un ´bienvenidos al club´, les ha provocado un ataque en la cornamenta, del que no se han recuperado a estas alturas. Desde luego, lo raro de veras es el ataque de cuernos del PSOE cuando lo han disputado el monopolio de la socialdemócrata. Una estrategia, audazmente a la ofensiva, le hubiera sido más beneficiosa si Pedro Sánchez estuviera disputando a Pablo Iglesias un programa de calidad socialdemocrática, con claras e inequívocas propuestas en los terrenos sociales, culturales y políticas.  

Es posible que esta campaña de secano del grupo dirigente del PSOE tenga una explicación añadida: la inercia de no haberse situado en el cambio de paradigma que representó el corrimiento político que indicaban tanto las pasadas elecciones municipales y las generales del 20 de diciembre. O, lo que es lo mismo, el gobernalle de esa campaña contra Podemos está en una fase política pasada, tal vez definitivamente pasada.


Ahora bien, es posible que esta estrategia del PSOE, que me parece inconveniente, tenga una explicación que efectivamente sea congruente: alejarse de toda posibilidad de un futuro gobierno de centro-izquierda. Pero, si se produce el sorpasso,  a los socialistas les espera –ciertamente, eso no está escrito--  una larga caminata por el desierto. Si eso ocurriera no dude nadie: Podemos entrará en un itinerario de “respetabilidad”, sea esto lo que sea. Que sorprenderá a propios y extraños.


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