Casi todo indica que habrá
acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida de cara a las elecciones generales de
Junio. Si se concreta felizmente se daría un balón de oxígeno a los de Garzón,
cuyos resultados en los últimos comicios fueron malos de remate. No hay duda que la consulta que se ha
convocado en IU para que la militancia opine sobre tal acuerdo tendrá un
resultado favorable. Ahora bien, soy del parecer que dicha consulta se ha
convocado para oficializar que Cayo Lara y Gaspar Llamazares –dos profetas
desarmados— contrarios al acuerdo están en minoría en la organización. Por lo
demás, diremos que en Podemos también hay sus matices. Pongamos que hablo del
escaso interés de Errejón y sus seguidores, pocos o muchos, por esta operación,
aunque con la diferencia que éste es, todavía, un profeta no desarmado. En todo
caso, conviene recordar que las posturas de Lara y Llamazares coinciden en el
temor de que dicho acuerdo suponga el fin de IU, por aquello de que el pez
gordo acaba merendándose al chico. Ahora bien, tal vez los dos profetas
desarmados no hayan caído en la cuenta de que en realidad, de no producirse el
acuerdo con Podemos, les podría llevar a la definitiva irrelevancia. De ahí que
IU no podía estar dudando como el célebre burro de Buridán.
Sin embargo, lo que sabemos
hasta la presente es que el mentado acuerdo tendría unas características
heterodoxas o, si se quiere, poco convencionales. Lo de siempre está claro:
listas unitarias o, por mejor decir, desigualmente unitarias, dada la enorme
diferencia de representación entre Podemos e Izquierda Unida; un solo grupo
parlamentario, aunque los de Garzón tendrían libertad de voto. Y lo nuevo: cada
organización exhibirá su propio programa electoral en una campaña que, además,
será diferenciada. Lo que no deja de ser realmente chocante.
Ahora bien, que sea chocante no
empece que tenga su explicación: Pablo Iglesias el Joven pretende que se materialice el sorpasso con relación al PSOE, que siendo legítima se le ha
convertido en una obsesión patológica; y Garzón intenta salir del hoyo. De ahí
que los elementos heterodoxos y chocantes de esta coalición electoral tengan
más bien un aroma instrumental. Es decir, es un acuerdo con una visión
cuantitativa, pero no cualitativa.
Ya veremos cómo evoluciona todo
ello. Y, sobre todo, qué novedades aparecen en las diversas localidades donde
la cortesía suele tener menos zalamerías y las caras son más hoscas. Porque,
como es sabido, la unidad es un bálsamo que se vende caro en botica.
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