La fraseología política tiene unos
convencionalismos que la lógica formal
no contempla. Incluso el lenguaje campechano tiene sus normas que tampoco se
parecen al blablableo de la mayoría de la zoología política. Sería largo de
explicar las razones de ello, así es que lo dejaremos para m mejor ocasión. En
todo caso, podemos decir que la forma de hablar de la mayoría de los políticos se
caracteriza por disponer de una lógica viuda.
De momento vamos a centrarnos en
un ejemplo de la distorsión conceptual del lenguaje político, tomando como
ejemplo a Gabriel Rufián,
cabeza de lista de Esquerra Republicana de Catalunya en las pasadas elecciones
generales y, con toda seguridad, repetidor en este nuevo proceso electoral.
Algunos de sus allegados le tienen por una persona culta, muy instruida y así
nos lo hacen llegar. Nosotros no lo ponemos en duda: la Universidad Pompeu
Fabra es muy exigente y no conceden título alguno a ningún zote.
Comoquiera que nunca hemos
cruzado palabra con Rufián, no estamos en condiciones de paladear su retórica
habitual sea de mostrador de bar o de terraza al aire libre. Así debemos
recurrir a unas declaraciones extensas que ha concedido a La Vanguardia. Cliquen
y vean: Tenemos relaciones cordiales con gente que nos
enviaría a prisión” (1). De esta manera el curioso lector verá
que no tenemos el feo vicio de sacar las cosas de su contexto.
A nuestro hombre se le pregunta:
«¿Quién es el adversario en estos comicios?». Su respuesta: «Podemos. En ERC ya
aspirábamos a ganar en las anteriores elecciones. Eso comportará que la campaña
será más política que ideológica y hay que hacer ver a la gente que los de Podemos
son tan republicanos y de izquierdas como nosotros, pero con la diferencia de
que nosotros podemos». Caballerosamente
Rufián, antes de entrar en otras consideraciones, admite que los podemitas son «tan
republicanos y de izquierdas como nosotros», aunque no consta que los de
Iglesias se reclamen orgánicamente republicanos y de izquierdas. Digo
caballerosamente porque Rufián, al menos no reclama para sus parciales, el
monopolio del republicanismo ni ser de izquierdas. Dicho lo cual, veamos hasta
qué punto funciona la «lógica viuda» de este político cultivado que se ha
expresado en estas declaraciones en su lengua habitual, el castellano.
No vemos relación entre la
segunda frase («En ERC ya aspirábamos a ganar en las anteriores elecciones»),
que indudablemente se relaciona con las pasadas elecciones, y la frase
siguiente («Eso comportará que la campaña será más política que ideológica y
hay que hacer ver a la gente que los de Podemos son tan republicanos y de
izquierdas como nosotros»).
Aunque sólo sea por conocer
mejor a este personaje sugiero que se relean y se pongan en relación ambas
frases, que dichas así son un ejemplo concreto de lo que hemos dado en llamar lógica viuda. Cabe suponer que Rufián no
se ha atrevido a intercalar entre ambas un dato de cierto interés: que la
coalición en la que figuraba Podemos en Catalunya ganó las elecciones y sacó a ERC cerca de nueve puntos de
diferencia. Pero la viudez de la lógica de Rufián exigía silenciar tan
insignificante dato. Porque, de recordarlo, significaría que no tiene sentido
alguno la última frase de las declaraciones, o sea: «pero con la diferencia de
que nosotros podemos». Tal como si hubiera dicho que era de noche y, sin embargo,
llovía: el ejemplo más excelso de la tan repetida lógica viuda.
En todo caso, algunos habrá que
loen la retórica de este caballero. Entonces, me refugio en la melancolía de mi
niñez. Mi madre adoptiva que era beata de misa diaria y que coleccionaba
novenas a granel me dijo en cierta ocasión: «No sabes lo que te has perdido. Don Luis en su
sermón nos ha dicho no sé qué del ´chisporroteo del fuego´». Don Luis era
conocido como El Dormío, porque anestesiaba al
cuerpo feligrés con una retórica que ya la quisiera para sí fray Gerundio de
Campazas.
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