miércoles, 15 de julio de 2020

¿El espionaje de las cloacas o de la fantasía?



Los diversos medios –unos de información, otros de lo contrario y algunos de ni una cosa ni la otra--  recogen la noticia que nos proporciona el presidente del Parlamento de Cataluña, Roger Torrent.  Es decir, ha sido víctima de espionaje, a través de su teléfono móvil. Torrent no se ha cortado y apunta directamente al Gobierno de España.

De ser cierto estaríamos ante un asunto gravísimo, totalmente injustificado en el sistema democrático. Sería una exacerbación de la idea de Cosme de Médicis: «El Estado no se defiende rezando padrenuestros». Y, según nosotros, ni mucho menos con estos medios israelitas. El Estado se defiende con la ley. Punto y seguido: por lo que –si es cierto lo que denuncia Torent--  lo ocurrido es censurable.

Ahora bien, puestos a analizar las cosas no parece imprudente que nos preguntemos: ¿es cierto lo que denuncia el Presidente del Parlament? ¿y si lo es, están seguros que es el Gobierno español el responsable de tamaño desafuero? Primero: recuerdo al público que los responsables de este blog no se han caído de ningún guindo, por lo que estamos limpios de la acusación de ingenuidad política. Segundo: no sería la primera vez que sectores del independentismo se inventan literalmente operaciones «del Estado». Tercero: tampoco sería la primera  vez que determinadas personalidades fijan maquinaciones en su contra con el objetivo de aumentar su cotización en el mercado político. Cuarto: si creemos a independentistas de vara alta que afirmaron que el Estado de Israel financiaría los primeros andares de la «república catalana», no tiene sentido este espionaje a cargo de una empresa israelita, habida cuenta de las relaciones entre los servicios secretos, Mossad, de aquel país con la industria de este ramo tan sensible. En conclusión, le doy tanta veracidad  a la palabra de Torrent como a las teorías de John Davis, ingeniero informático, secretario de la Sociedad de la Tierra Plana.

Me suena, con las reservas que hacen al caso, a una fantasía interesada, cuyos objetivos podrían ser estos: a) personales para cotizar al alza; b) crear interferencias, desde alguna fracción de su partido (ERC) para las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado u otras de similares arreos; c) o, tal vez, un recado al grupo dirigente del nuevo partido, el Partido Nacionalista  de Catalunya, como nuevo competidor por el reparto de la túnica sagrada.

Porque la cosa empieza a oler a abubilla cuando Torrent afirma que todo ello es parte de «una causa general contra el independentismo». Justamente lo que sus parroquianos esperan oír. Y, todavía huele peor, cuando un genéticamente imprudente Jaume Asens, portavoz del grupo parlamentario Unidas Podemos  se lía consciente y voluntariosamente la manta a la cabeza, y –sin pruebas de ningún tipo, al menos por ahora--  se tira a la zahúrda y afirma que eso es cosa de «las cloacas del Estado». Tal vez para que sus amistades tengan una alegría tras lo de Galicia y el País Vasco. Dese luego, este Asens no forma parte del grupo de los de «acero», que decíamos ayer.  

Addenda. Investíguese, pues, Y tras los resultados, que salga el Sol por Maracena.

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