miércoles, 22 de julio de 2020

Cuatro breverías de coyuntura, naturalmente gratis et amore



1.--- Los norteamericanos de vara alta, los rusos de ingesta generosa de aguardiente y los chinos de nuevo parné –es decir el triángulo escaleno con ínfulas globales—están, como la Zarzamora, «llora que llora por los rincones»: tras no pocas fatigas y sobresaltos la Unión Europea supo arreglarse a sí misma. El triángulo escaleno tiene las cosas complicadas para devorar las carnes europeas. El politólogo Robert Kagan, neocom pata negra, debe estar perplejo de que Venus, o sea, Europa, plante cara a Marte, los Estados Unidos.  

2.--- Sí, ha sido un triunfo de los intereses mutuos. Es lógico que en España se celebre jubilosamente. Pero debemos convenir que a partir de unos días hay que meterse en harina. O sea, pasar del repique de campanas a la laboriosidad de las propuestas que se deben elaborar para obtener la parte millonaria que corresponde a créditos. Hoy en El Periódico aparecen las propuestas de reconocidos economistas: cada cual dice la suya con muy pocas coincidencias. Es normal, el mundo académico tiene sus querencias y tendencias. Me aventuro a pronosticar que, desde ese archipiélago, poca claridad se podrá sacar.

De manera que, escuchando a todos con mente abierta, el sindicalismo confederal está obligado a proponer un orden jerárquico de prioridades. Sobre todo rechazando mi ardor juvenil que llamó la atención de mi padre adoptivo: «Niño, mil prioridades equivalen a ninguna». Tres cuartos de lo mismo es deseable al gobierno español.

3.--- Enric Juliana ha publicado hoy en La Vanguardia un escrito que tiene todas las trazas de ser el artículo del mes. Se titula Cambio de rasante. A efectos de lo que me interesa recalcar transcribo lo que dice el de Badalona: «Es el momento de reubicarse. A algunos les costará. Es el momento de hablar de política industrial. A muchos otros también les costará». Esta idea podría significar, tal vez, un cierto cambio de rasante, vale decir, de la prolongada siesta de la cuestión industrial a su deseable renacimiento. En ese sentido se han pronunciado en días anteriores, y aquí lo hemos dejado anotado, Miquel Puig como Jordi Juan.  

Es el momento, pues, de hablar de política industrial. Es la hora de concretar, no de perifollos con formato de pactos. Los millones que vienen de Europa, por una u otra vía, son concretos; su fisicidad no casa con los juegos florales disfrazados de programas. La industria es prosa tal como descubrió el burgués gentilhombre.

4.--- Francesc—Marc Álvaro escribe hoy en La Vanguardia acerca de la continuada trasmutación de la vieja Convergéncia democrática de Catalunya. Nosotros a ese listín casi interminable de cambios le hemos llamado, para ahorrar espacio y mareo al lector, los post post post convergentes. La tesis de Álvaro es que tan repetida transformación  se debe a la necesidad de «mantener el control de las estructuras internas». Posiblemente. No obstante, mi hipótesis es menos piadosa. A mi juicio tanta romería se debe al fracaso del planteamiento político de cada partido bajo la órbita de Puigdemont.

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