sábado, 8 de febrero de 2020

¿Un mediador internacional?



Quim Torra vuelve a plantear que, en la mesa de diálogo entre el Gobierno español y el Govern de la Generalitat, esté presente un mediador internacional. Es una idea que, vista con ligereza, podrimos llamarla salida de pata de banco. Pero la cosa tiene miga, mucha miga. La propuesta tiene dos derivadas: una subliminal, otra de entorpecimiento. Es decir, tiene una deliberada doble intención.

1.-- Por lo general,  la figura de los mediadores  es el recurso que se emplea en determinadas ocasiones cuando se negocia con Estados autoritarios.  Es sabido que, por lo tanto, quien propone dicha figura está proyectando subliminalmente una sombra de sospecha sobre el otro interlocutor.

2.--  La segunda está en la línea marxiana (la de Groucho) de «y otro huevo frito». A saber, que cada paso que se dé siempre se verá acompañado por otra condición añadida. Se trata de no aparentar que se es contrario a la mesa de negociaciones al tiempo que se ponen palos en las ruedas. Es decir, un elemento de perturbación.

Me permito una observación: los de Waterloo han dado un paso atrás. Ya no se oponen frontalmente a la mesa de diálogo, ahora usan triquiñuelas para evitar que la cosa avance. Calma, pues. Hasta que no pasen las elecciones autonómicas, que ni siquiera están convocadas, la mesa de diálogo estará yendo del coro al caño y del caño al coro. En estas ocasiones, mi padre adoptivo tomaba pastillas Roter, que venían de contrabando, a través de Gibraltar. Ahora se lo puedo decir a ustedes: el portador era un picoleto que de esa guisa se sacaba unas pesetillas. El delito ha prescrito, supongo. 




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