viernes, 21 de febrero de 2020

Felipe González, disidente





Tengo la impresión de que Felipe González está envejeciendo mal políticamente. Está muy lejos de ser el de las nieves de antaño. Es más, el ex mandatario ha entrado en una fase de exhibición de sus desacuerdos con el grupo dirigente del PSOE y, ahora  de retruque, con el gobierno de Pedro Sánchez. Ahora vuelve a la carga con el manoseado tema de Venezuela, que –como pescado podrido--  ya huele feo. No es la primera vez que Felipe González emite un juicio negativo sobre las cosas de Venezuela. El caso es que ahora su juicio no sólo es inoportuno sino que, intencionadamente, acompaña inconscientemente a la operación de las derechas de acoso y derribo del gobierno.

González –informa Europa Press--  ha manifestado que «Deley Rodríguez no debería haber pasado por España». Un puñetazo oblicuo con guante de terciopelo al ministro Ábalos en el estómago de Pedro Sánchez. Más o menos como aquellos atenienses que atacaban indirectamente a Pericles poniendo verde por lo derecho a Aspasia, su mujer.

Que Felipe González tiene todo el derecho del mundo a emitir sus ideas, juicios y ocurrencias es de Pero Grullo. Ahora bien, una personalidad como él debería ser más juiciosa y ver que, en ciertos momentos, si lo que se dice va a ser aprovechado ferozmente por las derechas de secano y orinal. Cuando no se tiene esa cautela –y González reincide en ello los últimos tiempos— se está descoloriendo una considerable parte del acervo del viejo dirigente del PSOE.

Mario Soares y Felipe González, dos vidas (casi) paralelas. Prudente siempre el primero; el segundo pilló viruelas a la vejez. Mario Soares, socialista. Felipe González, hombre de Estado de cartón piedra.

No hay comentarios: