domingo, 23 de febrero de 2020

«Al enemigo, ni agua»


Es muy posible que, cuando el hombre de Waterloo y sus hologramas exigían negociar con Madrid,  todo fuera una patraña.

El independentismo político sabía perfectamente que Mariano Rajoy compartía con ellos el áspero dicho de Carlos Bilardo: «Al enemigo, ni agua». De ahí que el independentismo insistiera machaconamente en algo que sabía perfectamente que no conseguiría, negociar. Pero cuando Pedro Sánchez acordó con ERC abrir la mesa, Waterloo no quiso percibir que se abría una oportunidad. Porque no le interesaba. Pero no lo podía decir abiertamente. La técnica empleada fue la de proponer condiciones que, a priori, se sabe que el otro no va a aceptar. Es la filosofía de Groucho: «Y dos huevos duros». Lo que provocó otro fuerte encontronazo con los de Junqueras, que ven las cosas de otra manera. Por ejemplo, tanto Pere Aragonès como Carme Forcadell consideran que la exigencia de un observador internacional en la mesa de negociaciones es, dicho a la granadina, gabinas de cochero.

La mesa está acordada. La delegación del gobierno central está nombrada. Ahora falta saber quién estará por la Generalitat. Se sabe –es un secreto a voces— que la composición catalana está provocando otro follín entre Waterloo y ERC. Y vuelta la burra al trigo: los palos en las ruedas. Torra ha propuesto que en dicha mesa estén la presidenta de la Assemblea Naional Catalana y la CUP. Tan estrafalaria propuesta, sin embargo, ha sido rechazada por los invitados: hablar o negociar es pecado mortal y llegar a acuerdos es la condenación por los siglos de los siglos, sin posibilidad de redención.

Mientras tanto, estamos a la espera de qué excusa pondrá el laborioso Torra para no acudir a la cita del miércoles.    

P/S.---   La foto de arriba pertenece al archivo personal de don Pedro López Provencio.



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