viernes, 15 de noviembre de 2019

Francotiradores contra el Acuerdo




Ya aparecieron los francotiradores contra el pacto de gobierno y legislatura. Viene de algunas vacas sagradas. El presidente castellano—manchego y don Felipe González sacan de los armarios espingardas y adargas. El primero lo hace con una profunda animadversión y desconfianza; el segundo, distorsionando la verdad hasta hacerla coincidir con la mentira: es la magia truculenta de la palabra.

El castellano—manchego se pone trascendente y parafraseando a Pasionaria pontifica que «es preferible gobernar de pie a hacerlo de rodillas». La frase en primera derivada da por sentado que Sánchez gobernará de hinojos, esto es, bajo el dictado de Pablo Iglesias y de Esquerra Republicana de Catalunya. Cultura política de socarral. El caballero manchego desconfía del matiz que existe entre facilitar el gobierno y apoyarle o formar implícitamente parte de dicho gobierno. De manera que se opone con las aspas de su particular molino de viento  a que ERC facilite la formación del gobierno. Con todo, el caballero manchego afirma, para que nadie se confunda, que «está de acuerdo con hablar con todo el mundo, también con ERC». Pero sólo hablar. Cultura política de mostrador de taberna. En política no se habla por hablar; para eso están las tertulias. En política se habla para convenir o disentir. Y con cierta frecuencia se habla para hacer filibusterismo.

La magia verbal –y, a veces, conceptual--  de don Felipe González viene de antañazo. Ladinamente utiliza su potente verbo para oblicuamente pegarle un cogotazo al que discrepa. No quiere arrastrar la impopularidad que representaría ponerse de frente contra el acuerdo de gobierno. Por lo que tira de mandanga: se ha preferido hablar de sillones antes de hacer el programa. El cardenal Mazarino cuidando los bonsáis.

Decimos que es totalmente incierto lo que afirma González porque lo primero fue el Verbo, esto es, la Declaración de intenciones firmada por Sánchez e Iglesias. Que es probable que el de Sevilla no comparta. Pero, como diría Kipling, eso es ya otra historia.

Sin duda, Felipe González saldrá en los libros de historia. Sus salidas de pata de banco sólo figurarán en breves notas a pie de página. Serán irrelevantes pero ahora –lo que se dice ahora mismo— tienen la intención de joder la marrana. Aunque, a decir verdad, cada vez menos.  

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