jueves, 14 de noviembre de 2019

El independentismo también contra el Pacto del Abrazo




Se complica, todavía más, el desconcierto catalán. En paralelo con el pacto Sánchez Iglesias, 1)  el Parlament aprueba en la misma sesión, el lunes pasado, que el orden de los factores sí altera el producto; 2) la violencia se ha cronificado. Consecuencia: la nave catalana no sólo no va sino que hace aguas.

Primer tranco

El pasado lunes el Parlament (sólo por convención ortográfica en este caso lo ponemos en mayúscula) quiso reeditar el mito de la Parrala, la famosa cantaora de seguiriyas: «La Parrala, sí; la Parrala, no».  Tras intentar burlar al Tribunal Constitucional se aprueba una resolución en la que se pide “ejercer de forma concreta el derecho de autodeterminación”. Se aprueba con los votos de los independentistas. Brindis al Sol.

Horas más tarde la Cámara (dispensen la mayúscula)  da validez a una moción del PSC en la que se insta a renunciar a «cualquier iniciativa unilateral e iniciar con el Gobierno del Estado una relación institucional leal y sincera desde la renuncia a cualquier iniciativa unilateral o ilegal para abordar aquellos temas que son de interés de los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya». (El subrayado es nuestro). Este punto ha sido aprobado gracias a los Comunes y el apoyo de Ciudadanos y el Partido Popular.  La explicación matemática de este cambio es: a) que no se encontraban en la sala Quim Torra y su consejero de Interior; y b) que empezaba a funcionar el pacto Sánchez --- Iglesias.

Segundo tranco

Ciertamente, la violencia se ha cronificado en Cataluña. Y, tras el Acuerdo del abrazo  (criticado duramente al alimón por el falansterio de Waterloo y las derechas carpetovetónicas) surgen, de un lado, la aparición de los CDR como organización explícitamente violenta («O autodererminación o barbarie») y la sorprendente invitación de Esquerra Republicana de Catalunya a «continuar las movilizaciones». 

Los llamados cdr quieren darnos gato por liebre parafraseando la famosa frase de Rosa Luxemburgo «socialismo o barbarie». De una Luxemburgo posiblemente la más feroz adversaria del nacionalismo entre los teóricos marxistas. Autodeterminación o barbarie que empieza a dar sus primeros diezmos: la tala de árboles para hacer barricadas en la autopista. Chocante: los clientes de los cdr siempre se las dieron de administrar bien la basura según el color del contenedor: cristales, papel y plástico. Ahora, el nuevo testamento de Waterloo manda talar árboles. Atentado ecológico.

Lo sorprendente: Esquerra, esta vez por boca de Pere Aragonès, ordena seguir con la presión. Entiendo que estas son las razones: su partido libra diversos frentes. Uno, el de la confrontación estratégica (y ahora en puertas de las elecciones autonómicas) con el falansterio de Waterloo; y  otro, el frente interno. ERC, además, siempre fue un partido de disciplina gaseosa. Y, con toda seguridad, hay un tercer elemento: siente la necesidad de encarecer la relación con la investidura de Pedro Sánchez. Opinión distinta es la de Joan Tardá, que recientemente en El Periódico ha exigido que no se bloquee la investidura de Pedro Sánchez. De manera que ERC más que un partido da la impresión de ser un tropel.

Tercer tranco

Desconcierto, pues. La gran empresa ha empezado a reaccionar cuando la china de su zapato era ya excesivamente molesta. La gran empresa que siempre delegó en la política llegó tarde a mojarse ante un follón tan caballuno. Luca di Meo, presidente de Seat, lo dejó claro: empezaremos a intervenir cuando la cosa nos toque de lleno. Nissan pretende largarse con viento fresco. Lo hace por motivos distintos al quilombo, naturalmente. Pero con el gran barullo tiene su coartada ante los trabajadores, ante Dios y ante la Historia. Mientras, la Cámara de Comercio Británica advierte que el 30 por ciento de sus empresas se están repensando si invierten o no en Cataluña dada la situación. 


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