lunes, 28 de octubre de 2019

La «otra» manifestación




«Aún si perecemos habrá sido una experiencia exquisita», le dijo el general alemán Eric von Falkenbain, Ministro de la Guerra, al Canciller Bethmann Hollweg.  Y así nos lo trasmite John Morrow Jr. En su monumental La gran guerra. O sea, aunque nos vayamos al infierno habremos disfrutado de lo lindo durante nuestra derrota. Lo que indicaría que en las mejores casas puede haber gentes con pocas luces, ya sean alemanes, de la Galia Cisalpina o, incluso, de la Marca Hispánica. Así las cosas, el procés, en tanto que «experiencia exquisita», si nos lleva a perecer bien vale la pena. Eso sí, pacíficamente, democráticamente, peristálticamente. Y en honor a la santidad que perfuma el llamado Tsunami democràtic.

Este Tsunami, organismo clandestino, sigue la máxima que aconseja no poner todos los huevos en la misma cesta. En una deben colocarse los huevos pacíficos, en otra los de barricadas y hogueras. Y en los más especiales han de ponerse los de sabotaje: pacíficamente, democráticamente, peristálticamente. Renfe informa que, desde la sentencia del Tribunal Supremo, se han dado 30 sabotajes en las vías férreas. Y ya llevo perdida la cuenta de los cortes de carretera (siempre pacíficos, democráticos y peristálticos) que ha llevado  a la práctica el tan repetido Tsunami.

Ayer, sin ir más lejos. Se trataba de interferir la asistencia de quienes usaban los trenes de Cercanías y las carreteras a la manifestación que había convocado Societat Civil Catalana contra el procés. Lo que resulta, como mínimo, grotesco: en nombre de la libertad la célula Tsunami democràtic impide a sus adversarios el ejercicio del derecho de manifestación. Le salió el tiro por la culata.

No esperen ustedes que nadie, desde la cabeza, el tronco y las extremidades del independentismo, censure la acción de los escuadristas viarios. Fue, faltaría más, pacíficamente, democráticamente y peristálticamente. Pues bien, la manifestación se hizo a pesar de todos los pesares. Y por lo que enseñan las imágenes también fue gigantesca. Aquí, en Cataluña, no estamos por pequeñeces.


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