miércoles, 30 de octubre de 2019

La huelga subvencionada y el pacto corporativo en Cataluña



Teresa de Ávila, una mujer con los hábitos bien puestos, dijo que le había tocado vivir «tiempos recios». Estos sólo lo son en apariencia. A pesar de lo que vemos, más bien parece que sean tiempos fofos. O, para decirlo con Richard Sennet, tiempos de «corrosión del carácter». Pongamos que hablo de la corrosión que está sufriendo, en determinados espacios, el conflicto en general y la huelga en particular. En Cataluña.

Desde la cúpula del gobierno Torra, mitad monje y mitad soldado, se invita –de hecho en sus covachuelas se ha organizado  la huelga llamada «de país»-- a su masivo seguimiento. Torra utiliza a sus franquicias para la convocatoria formal de la mencionada huelga, anunciando sotto voce que dicho ejercicio no tendrá consecuencias pecuniarias, o sea, que no se descontará a nadie ni un euro. Es la huelga subvencionada. La huelga a cargo del erario. Más todavía, la operación se amplía con un pacto corporativo: el apoyo del govern a un sindicato—probeta, diseñado con tiralíneas desde la sala de máquinas de la Plaça de Sant Jaume.  


Yo, gobierno, te reconozco como interlocutor válido a cambio de que tú, sindicato,  me cubras las espaldas apareciendo formalmente como sujeto que convoca el conflicto por la independencia. Es la huelga corporativa. O, peor todavía, la prostitución de un instituto, la huelga, cuyo reconocimiento costó sangre y duelo.

Pier Paolo Pasolini, un intelectual comunista, incómodo hasta el cielo de la boca, habló  despiadadamente de determinadas luchas estudiantiles de los años sesenta y principios de los setenta en Italia. Los tiempos han cambiado: el estudiantado de nuestros días ya no es mayoritariamente hijo de papá, ni los miembros de las Fuerzas de Orden Público son ´desertores del arado´. Pero hoy, en Cataluña, tenemos un problema con el estudiantado.  También este sector utiliza la praxis neocorportiva en su lucha subalterna por la independencia de Cataluña. La reivindicación central de sus movilizaciones es que quienes estén implicados en las actuales luchas se les tenga en cuenta dicha cuestión a la hora de los exámenes. O sea, la actividad extra escolar como parte integrante y de prima en el curso académico. Pasolini habría montado en cólera.

Lo nuevo de este pacto corporativo es su vinculación con la violencia de esa Barcelona en llamas. El pacto corporativo: el govern protege a los incendiarios y estos, tutelados y subvencionados, montan el «pollo de cojones», que prometió el hombre de Waterloo desde su confortable mesa camilla, salpimentado con las recientes palabras de Elisenda Paluzie, patrona de la ANC (2).  




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