martes, 28 de agosto de 2018

Cataluña, la dialéctica de los puños y los intelectuales




Un sector aguerrido de la cofradía intelectual independentista está justificando la dialéctica de los puños. Es una vuelta a ciertos tiempos de antaño cuando algunos escribidores se enfundaban en el correaje y en camisas de sospechosos colores. Algunos de ellos han entendido que hay que supeditar el pensamiento a la consigna, que la independencia de criterio es una chuchería del espíritu. Quim Monzó está entre ellos. Lo demostraremos más adelante.

El incidente más reciente de la bronca de los lazos amarillos ha sido el soberbio puñetazo de un sujeto a una mujer que se empeñó en quitar esas telas. La señora quedó como un Ecce homo. Y en eso entra Quim Monzó, indignado por la osadía de la mujer y, poniendo lo mejor de sí mismo, lanza en tuiter un mensaje que denota hasta qué extremos ha llegado la elaboración teórica de estos intelectuales: «Justo al tabique nasal, vaya por Dios. Pero hay remedio: se puede substituir por otro de platino, como hizo Frank Sinatra». Los cofrades del prenda jalearon la sutileza del tuiter. La señora, tal vez, entienda que la reparación se la puede costear la sanidad pública.

Gramsci escribió un valioso estudio sobre el origen de los intelectuales italianos.  Alguien debería investigar el origen y desarrollo de estos intelectuales independentistas. Se sugiere, en primer lugar, que se establezca la diferencia entre la caída del pensamiento crítico y el resurgir de los pesebres. Son cosas diferentes aunque ambos caminos llevan, como ocurrió antañazo, a la dialéctica de los puños.

Quim Monzó o el paradigma del inicio de una decadencia, la señal de que el quinqué del pensamiento de algunos se ha apagado. De ahí que le preguntemos retóricamente, siguiendo al mono y al tirititero de la fábula de Iriarte: «¿De qué sirve tu charla sempiterna / si tienes apagada la linterna?». Una pregunta mucho más amable, dónde va a parar, que justificar un directo a la nariz de una señora. Gabriele d´Annunzio hubiera sido más caballeroso.

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