Nada debemos a ETA. Una
organización que ha asesinado a muchos centenares de personas en nombre de la
patria vasca. Entre ellas a un amigo mío, José Luis
López de Lacalle, miembro
fundador de Comisiones Obreras a quien queríamos por su inteligencia y coraje.
Vasco por los cuatro costados (1).
Nada debemos a ETA. Que hoy
duda entre ´disolverse´ o ´desmovilizarse´. Habrá que rebuscar a destajo entre
los libros de Historia qué fracaso es comparable al de la banda etarra. Porque,
si queremos decir las cosas con claridad y sin las metáforas de la leyenda,
hemos de considerar que ETA ha fracasado sin paliativos.
ETA fue una interferencia en
la lucha contra la Dictadura. ETA
fue completamente innecesaria ya en democracia. Más todavía, puso –con sus
asesinatos, extorsiones y violencia a granel--
todas las zancadillas a los primeros andares de la Libertad en España y,
después, a la consolidación de la misma. Todo ello en nombre de una idea
violenta que sólo estaba en la macabra inteligencia de sus componentes y en los
cinco duros de su ideología marxista-leninista (línea metralleta). ETA o el
fracaso desde la cuna hasta el cumplimiento de sus sesenta años.
Disuelta o desmovilizada,
algunos de los exponentes de la banda abrirán el proceso de la relectura de la
biografía. Empezará la construcción del mito. Y cada asesinato lo convertirán
en un cantar de gesta. Y hasta es posible que intenten hacernos ver que les
debemos algo.
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