El candidato a la presidencia de
la Generalitat, (im)puesto por el hombre de Berlín, ha presentado su discurso
de investidura. Responde al nombre de pluma de Quim Torra y ha sido recibido con diversos
calificativos: el Masovero (Joan Coscubiela) y
el Vicario (Enric Juliana), que responden a la
perfección de la vinculación de este caballero con el hombre de Berlín.
Tras el dedazo de Puigdemont, el candidato
concede una entrevista a Tv3. En un momento dado nuestro hombre, al que sus
parciales le atribuyen una potente capacidad intelectual, se suelta el pelo y
bombásticamente afirma que «Cataluña tiene una grave crisis humanitaria». La
militante audiencia televisiva lo cree a pies juntillas. Orgasmo mental. No es
un tuitter fabricado por unos dedos espasmódicos, es la voz de quien se ha
preparado antes de entrar en el plató. Posiblemente algunos de nuestros
intelectuales del movimiento amarillo habrán exclamado que ya era hora de dejar
las cosas meridianamente claras. Crisis humanitaria. Que no fue una
improvisación lo demuestra el hecho de que tal formulación, crisis humanitaria,
volvió a repetirla en el discurso de investidura. Ahora con más proyección,
toda vez que determinados canales retransmitieron dicha sesión. Estupor en toda
España y parte del extranjero. Cataluña ya no es, según el candidato, el país
donde se atan los perros con longaniza.
Y como Cataluña sufre una crisis
humanitaria es preciso, según el candidato, ponerse manos a la obra para abrir –no dijo cómo-- un proceso constituyente republicano. Puigdemont en estado gaseoso. Los problemas reales de
la gente de carne y hueso se solucionan con proclamas simbólicas, con
espejismos milenaristas. Todo queda pendiente a unas hipotéticas calendas
graecas de la independencia. Diarrea a granel.
Algunos comentaristas atribuyen
el locuelo discurso a una búsqueda compulsiva del voto favorable de la CUP. No
tal, el caballero dice lo que piensa. Es la hechura del hombre de Berlín.
El candidato Torra insistió ad
nauseam en el mismo proyecto que distinguió los momentos más álgidos del procés. Alejado años luz del posibilismo
del candidato Turull,
que se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas. Torra o la reedición de Puigdemont –el «puto
amo», según afirmó la musa del independentismo-- en estado gaseoso. Ahora bien, si este Torra
propone reiniciar el itinerario del procés
es porque, en pura lógica ha fracasado. Un fracaso real, que no simbólico.
Ya lo saben ustedes: los votos
de la CUP impidieron que saliera investido el candidato. Han empezado las
apuestas sobre qué hará esta formación el próximo lunes. Los cuperos consideran
que el caballero es más de derechas que John Wayne. Mañana lo sabremos.
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