sábado, 26 de mayo de 2018

La moción de censura





Moción de censura. Este blog, Metiendo bulla,  ha consultado a sus bases –para ser más exactos, cuatro y el cabo— sobre el particular. Apoyo sin fisuras.

Era lo que se esperaba del PSOE. De un lado, la gravedad de la sentencia Gürtel; de otro lado, la presión en el cogote socialista por parte de Podemos empujaban en la dirección de la censura. La opinión publicada de los principales rotativos barceloneses es claramente favorable. No fue así cuando Podemos la presentó. Digamos, pues, que hay diferencias a la hora de leer la ´respetabilidad´ de unos y otros. En todo caso, el consumo de bicarbonato por los dirigentes del PP se ha incrementado espectacularmente.

Ahora bien, como dejó dicho un ilustre ciudadano de Parapanda «la política es el artificio de embrollar las cosas, sean éstas sencillas o complejas». Que, en este asunto que nos ocupa –la moción de censura--  alcanzará considerables cotas de confusión organizada. O sea, si Mariano está en las cuerdas, pongamos en marcha el embrollo a nuestra imagen y semejanza.

Ayer intuimos la posición de los de Rivera. No era difícil, aplicando la ley de monotonía de la suma llegamos a la conclusión que ha adoptado Ciudadanos. Un dirigente de ese partido se sincera y me cuenta: «Rajoy está achicharrado, pero no lo suficiente. Necesitamos unos meses más». Posiciones no coincidentes en las franquicias post convergentes: en Barcelona se niegan en redondo a apoyarla, en Madrid afirman que estarán a lo que diga el PNV. Y este partido ya ha empezado a echar cuentas,  con números fenicios, siguiendo la norma de París bien vale una misa.

Un embrollo organizado a cosica hecha. Esos partidos, ante un hecho general, tira para sus adentros. Los establos de Augías están repletos de inmundicia que algunos no quieren limpiar. Política de vuelo gallináceo. Que, por lo demás, como ha señalado Antonio Baylos, genera una situación de indeterminación:

  
«La indeterminación política en la que entramos provocará posiblemente una situación de expectativa en las movilizaciones sociales que dependan fundamentalmente del gasto público, como las pensiones, o de decisiones presupuestarias, sin perjuicio de seguir presionando también en este sector, y aunque no influye muy directamente en el proceso de negociación de un acuerdo general sobre la negociación colectiva, es evidente que también este espacio de (des)encuentro sufrirá una dilación inevitable ante la inestabilidad política que se puede desprender de estos momentos y la indefinición de las soluciones de gobierno que se plantean, en especial por la postura siempre ambigua y oportunista de Ciudadanos que no sabe todavía cómo aprovechar mejor electoralmente este desmembramiento del Partido Popular» (1).

Por supuesto, indeterminación. Pero hay una novedad con relación a las mociones de censura anteriores: están en las calles los jubilados y el sindicalismo confederal. 



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