viernes, 6 de abril de 2018

Oxígeno para Puigdemont




La Audiencia Territorial de Schleswing – Holstein ha puesto en libertad a Carles Puigdemont, librándole además del delito de ´alta traición´, que –dicen--  es equiparable al de ´rebelión´ en España. Es un carajillo de cicuta para Llarena, el juez campeador, y un balón de oxígeno para don Carles. A partir de ahora se redimensionan muchas cosas. Sin duda es un fracaso de la Brigada Aranzadi, sentada a la diestra de Dios Padre, en quien Rajoy había puesto todas sus esperanzas. Hasta el mismísimo Partido Popular  habla de «desastre», confiado, como estaba, en que las circunstancias geopolíticas de la escena europea facilitarían la entrega a España de Puigdemont. 

Digamos que la exuberante creatividad del juez campeador ha sufrido un notable descalabro. Más de cien catedráticos se lo dijeron: no confunda usted rebelión con tumulto. Pero Lamela decidió arriesgar y el órdago le ha salido por la bocamanga. Por lo demás, habiéndose producido la «ruptura de la causa» (esto es, si el número 1 no puede ser juzgado por rebelión, tampoco sus acólitos pueden serlo) lo más lógico sería ponerlos en libertad y seguir el proceso judicial, ahora bajo otras consideraciones. Si no lo hiciera estaría añadiendo más gasolina al incendio y la justicia española se encontraría demediada en Europa. O, lo que es lo mismo, la justicia española estaría abierta en canal. Y no faltarían en Europa gentes que, demagógicamente, afirmarían que seguimos siendo la España de Merimée.

Decía la vieja copla que «la mancha de la mora / con otra verde se quita». Difícil será limpiar la mancha del tancredismo de don Mariano, aliñada con la judicialización de un problema político de enorme envergadura. Pero no imposible. O se abre el camino de la Política o se seguirá en la ciénaga pantanosa. Seguir con el rabuleo de la judicialización de un problema político seguirá alimentando los delirios de Puigdemont y sus diversas cofradías.  En dicho caso, la bronca acabaría cuando el último apagara la luz.

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