Nunca podré hacer un homenaje a Stephen Hawking, que esté a su altura. A la altura
de su contribución a la ciencia y al de su compromiso con los más débiles y
necesitados. Al de su pedagogía explicándonos con sencillez sus
investigaciones. Ahora sabemos un poco más gracias a la constancia y –sobre todo
a la portentosa inteligencia-- de este científico.
Así pues, lo más adecuado, entiendo yo, es reeditar una viñeta que sus amigos
palestinos han publicado agradeciendo al profesor su solidaridad. Como quien dice
que la pena no está reñida en este caso con la sonrisa.
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