lunes, 26 de marzo de 2018

Cataluña, pintan bastos




La detención en Alemania del andariego Carles Puigdemont ha vuelto a encender los ánimos del bloque independentista. La gran paradoja de esta situación la ha apuntado mi amigo Pedro López Provencio, setenta años en flor, en su cuenta de facebook: «Al parecer, ya se ha conseguido internacionalizar el “conflicto”. Ahora a soportar también sus consecuencias». Así ha hablado un antiguo y prestigioso dirigente sindical de los primeros andares de  CC.OO. de SEAT. O lo que es lo mismo: el independentismo quería la internacionalización del conflicto y, precisamente eso, ha llevado a la detención del hombre de Waterloo.

Me permito un (simbólico) paréntesis: se le había atribuido a Artur Mas la principal virtud de Ulises, la astucia. Exageraciones. Desde hace meses la hipérbole se ha  trasladado a Puigdemont, a quien se le calificaba de audaz. Más exageraciones. Pero el calificativo, según sus devotos, quedaba corto, ahora es llamado por ellos mismos como «el Puto amo». Contagio de las peores esencias tabernarias. Ni audaz, ni puto amo. Pero sí podemos decir que es ya un atisbo de un cierto culto a la personalidad. Toda su práctica ha sido un monumento a lo grotescamente atolondrado. Una anomalía que, quizás por ser tal, concita la adhesión de quienes tienen un vínculo confuso con la política, fruto posiblemente del hartazgo de la politiquería instalada. El resultado de las elecciones italianas podría ser, salvando las distancias, una aproximada prueba de ello. Se cierra el (simbólico) paréntesis.

En todo caso, los nuevos acontecimientos han embrollado más las cosas. De un lado, la propuesta de líneas de gobierno, en clave autonomista, trazadas por el candidato fallido, Jordi Turull;  de otro lado, la calle otra vez en efervescencia con los brotes exasperados de la concentración en la Delegación del Gobierno en Barcelona y los cortes de carreteras. Y, como reacción institucional, la declaración (llamada institucional, pero hecha fuera del espacio-tiempo del Pleno del Parlament) por el presidente de la Cámara, que plantea una respuesta  general. Una imprudencia de tomo y lomo.

Por otra parte, tenemos  la reaparición del triángulo escaleno, que propone el independentismo granítico: a) Puigdemont, president; b) huelga general; y c) puesta en marcha de un Frente patriótico.  Puigdemont al cuadrado es igual a la suma de los cuadrados de la Huelga general y del Frente patriótico. Me parece que es una propuesta tan imprudente como peligrosa. Por las siguientes razones: no se orienta a la pacificación del conflicto; introduce unas variables irreales; propone acciones que, como la Huelga general, no tienen visos de alcanzar ningún objetivo que llevarse a la boca; y, peor todavía, mantiene y ensancha la actual división de la sociedad catalana con el peligro de hacerla estratégicamente crónica. Y, muy especialmente, de los trabajadores, empleados y pensionistas. 

Ciertamente, pintan bastos. De manera que el artículo 155 seguirá en vigor. La situación seguirá degradándose. Los problemas, viejos y nuevos, se pudrirán todavía más. Las clases populares podrían perder la batalla y acabar divididas. Las derechas, de aquende y allende el Ebro, sacarán suculentos dividendos. Y, como ha pasado siempre en la historia, tales derechas pactarán un apaño con las élites catalanas independentistas para joder la marrana a quienes han sufrido directamente las locuras de los astutos y audaces de pacotilla.   

¿La salida, dice usted? Sugiero atentamente la lectura de la resolución de CC.OO. de Cataluña. Aunque esté necesitada de una ligera mano de pintura, entiendo que es una muy seria invitación a la serenidad. Es lo más serio que se ha dicho en las últimas horas. Lean y no precisamente en diagonal: http://www.ccoo.cat/noticia/215552/x#.Wrj1xy5ubIV


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