miércoles, 14 de marzo de 2018

La martingala del Pleno del Parlamento hoy





La sesión monográfica del Parlamento español sobre el tema de las pensiones ha sido interpretada por parte de algunos analistas como algo forzado por las recientes movilizaciones de nuestros jubilados y las que están previstas para este fin de semana. Podría ser. Pero esta es una hipótesis que merece ser puesta en entredicho. A simple vista, en efecto, puede ser interpretada así: Rajoy tenía que recurrir a una iniciativa parlamentaria para simular que era sensible a la calle. A mi juicio, sin embargo, es un mero juego de apariencias.

Si el hombre de Pontevedra hubiera querido abordar con sobrevenida seriedad el problema no hubiera convocado este Pleno monográfico sin discusión de propuestas ni votación de resoluciones de los grupos parlamentarios. La sesión, entonces, debe tener un sentido, al margen de las apariencias. A mi juicio, es el siguiente: se trata, sólo y solamente, de meter presión a Ciudadanos para que aprueben los Presupuestos generales del Estado a finales de este mes. De involucrar a los de Rivera en la política del Partido Popular.

Por supuesto, es una martingala y, peor aún, una afrenta a la condición concreta de cada pensionista y jubilado y colectivamente a la de todos ellos. Son los trapicheos de la derecha de caspa frente a la derecha chanel número 5. Los jubilados como pretexto de las querellas frailunas de los hunos y los hotros. Más motivos todavía para consolidar, extender y ampliar las movilizaciones. Para involucrar a todo el conjunto asalariado en esa batalla de la dignificación de las pensiones y en defensa del Estado de bienestar. Para dejarse de pejiguerías en las relaciones entre todos los movimientos y colectivos que representan y tutelan la condición de los pensionistas. No tiene, pues, sentido que los unos no se fíen de los otros, ni siquiera  que se miren por el rabillo del ojo.

Hay lugares que convocan cara al día 17 movilizaciones por separado. Tal vez a la búsqueda de quién es más que el otro. Mala cosa. He dicho en más de una ocasión que la guerra entre los pobres la ganan siempre los ricos. Porque, así las cosas, lo grave es la derrota y, tras ella, la cristalización de la división. En suma, aquí lo importante es la razón pragmática de la unidad. No se trata de generosidad, sino de lucidez. Oigan, que ya somos grandecicos.

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