Nuevamente los jubilados y
pensionistas ocuparon las calles y las plazas de nuestras ciudades, en algunos
casos desafiando la lluvia y el aguanieve. El movimiento de los movimientos
otra vez en pie de paz. Dicen sus protagonistas que ha venido para quedarse. Lo
afirman en las grandes capitales y lo dijeron también los manifestantes de ciudades pequeñas
como, por ejemplo, Villamalea (provincia de
Albacete) con sus cuatro mil habitantes. No vamos a entrar en guerra de cifras,
tan sólo queremos dejar constancia de que la mayoría de los medios tiene unos
conocimientos muy párvulos de la aritmética: hablan de «decenas de miles de
personas». Para ellos la serie natural de los números se reduce a unas decenas
de miles, más allá de ello o les está prohibido o es tierra incógnita.
Nuevamente en las calles y
plazas, decimos. Es, como si dijéramos, la constatación personal del sondeo
elaborado por GAD 3 por encargo de La Vanguardia: el 73 por ciento de la
población rechaza la gestión actual de las pensiones públicas. Lo que se dice
pronto. Es una oposición clara que censura sin paliativos al Gobierno del
hombre de Pontevedra.
Necesitamos sacar algunas cosas
en limpio de estas movilizaciones en curso. Representan el airado hartazgo de
masas, expresado pacíficamente, de millones de personas. Y la exigencia de
soluciones de reparación no sólo en lo más urgente (la dignificación de las
pensiones) sino en todo el andamio del Estado de bienestar.
Necesitamos una reflexión que se
escape de la pereza mental. Fuera rutinas, pues. La primera y provisional meditación:
un océano de personas en las calles y plazas. Que ha construido un consenso y
una unidad social de masas, como en pocas ocasiones se ha dado en España. Pero,
¡ay! no podemos ignorar que en algunas de estas movilizaciones han aparecido
algunos problemas que no son menores, aunque de momento no han enturbiado las
aguas de ese océano. Si no se abordan esos problemas es muy posible que se
agranden y agraven. Ojo con encogerse de hombros. Se trata de lo siguiente.
En algunas grandes capitales –muy
pocas, por cierto-- ha habido una
soterrada y agria controversia, que ha acompañado a la convocatoria de dos
manifestaciones. Con objetivos unitarios, es verdad, pero también con matices,
trufados de división, todavía no muy preocupantes, pero que –si no se analizan
y, sobre todo, si no se corrigen--
pueden extenderse y ampliarse. En concreto: la unidad social de masas
no ha estado acompañada de suficiente unidad de los grupos convocantes.
Alguien tenía que decirlo. Más todavía,
la exhibición de musculatura debe orientarse frente y contra de los responsables
de la inicua política de pensiones.
Hay que darle vueltas a la
cabeza. Las movilizaciones de ayer –únicas en Europa-- tienen una característica visible: el no a la política del gobierno. Eso está
fuera de discusión. Pero lo que todavía no sabemos es en torno a qué
planteamiento alternativo. Es decir, hay un no claro, pero ignoramos qué sí estamos buscando. Porque se puede
estar durante un cierto tiempo exhibiendo la negativa, pero llegado un momento
hay que enarbolar masivamente qué elementos concretos –con nombre y apellidos,
con números reales— se deben poner encima de la mesa. Más todavía, aunque
tengamos ocasión de abordarlo en otras ocasiones, es preciso tener en la cabeza
esta previsión: si ningún sujeto convocante tiene el monopolio de la movilización
de esos millones de personas que están en acción, ¿quiénes negocian la salida
del problema? Porque no tener el
monopolio de la movilización comporta que no se tiene el monopolio de la
representación. Y si se tiene la virtud de compartir las movilizaciones,
debería corresponder con la buena forma de compartir la representación a la
hora de negociar. Alguien tenía que
decirlo.
Nota.-- La foto se corresponde con la manifestación de ayer en la localidad de Villamalea. Su autor, Venancio
Cuenca. Nuestra intención es clara: reconocer el trabajo de quienes, en
las pequeñas ciudades, están al frente de esas movilizacione y a los vecinos que acudieron. El otro día fue
Pineda de Mar, hoy es Villamalea.
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