domingo, 18 de marzo de 2018

Gigantescas manifestaciones ayer, sí. Pero …




Nuevamente los jubilados y pensionistas ocuparon las calles y las plazas de nuestras ciudades, en algunos casos desafiando la lluvia y el aguanieve. El movimiento de los movimientos otra vez en pie de paz. Dicen sus protagonistas que ha venido para quedarse. Lo afirman en las grandes capitales y lo dijeron  también los manifestantes de ciudades pequeñas como, por ejemplo, Villamalea (provincia de Albacete) con sus cuatro mil habitantes. No vamos a entrar en guerra de cifras, tan sólo queremos dejar constancia de que la mayoría de los medios tiene unos conocimientos muy párvulos de la aritmética: hablan de «decenas de miles de personas». Para ellos la serie natural de los números se reduce a unas decenas de miles, más allá de ello o les está prohibido o es tierra incógnita.

Nuevamente en las calles y plazas, decimos. Es, como si dijéramos, la constatación personal del sondeo elaborado por GAD 3 por encargo de La Vanguardia: el 73 por ciento de la población rechaza la gestión actual de las pensiones públicas. Lo que se dice pronto. Es una oposición clara que censura sin paliativos al Gobierno del hombre de Pontevedra.

Necesitamos sacar algunas cosas en limpio de estas movilizaciones en curso. Representan el airado hartazgo de masas, expresado pacíficamente, de millones de personas. Y la exigencia de soluciones de reparación no sólo en lo más urgente (la dignificación de las pensiones) sino en todo el andamio del Estado de bienestar.

Necesitamos una reflexión que se escape de la pereza mental. Fuera rutinas, pues. La primera y provisional meditación: un océano de personas en las calles y plazas. Que ha construido un consenso y una unidad social de masas, como en pocas ocasiones se ha dado en España. Pero, ¡ay! no podemos ignorar que en algunas de estas movilizaciones han aparecido algunos problemas que no son menores, aunque de momento no han enturbiado las aguas de ese océano. Si no se abordan esos problemas es muy posible que se agranden y agraven. Ojo con encogerse de hombros. Se trata de lo siguiente.

En algunas grandes capitales –muy pocas, por cierto--  ha habido una soterrada y agria controversia, que ha acompañado a la convocatoria de dos manifestaciones. Con objetivos unitarios, es verdad, pero también con matices, trufados de división, todavía no muy preocupantes, pero que –si no se analizan y, sobre todo, si no se corrigen--  pueden extenderse y ampliarse. En concreto: la unidad social de masas no ha estado acompañada de suficiente unidad de los grupos convocantes. Alguien tenía que decirlo.  Más todavía, la exhibición de musculatura debe orientarse frente y contra de los responsables de la inicua política de pensiones.

Hay que darle vueltas a la cabeza. Las movilizaciones de ayer –únicas en Europa--  tienen una característica visible: el no a la política del gobierno. Eso está fuera de discusión. Pero lo que todavía no sabemos es en torno a qué planteamiento alternativo. Es decir, hay un no claro, pero ignoramos qué estamos buscando. Porque se puede estar durante un cierto tiempo exhibiendo la negativa, pero llegado un momento hay que enarbolar masivamente qué elementos concretos –con nombre y apellidos, con números reales— se deben poner encima de la mesa. Más todavía, aunque tengamos ocasión de abordarlo en otras ocasiones, es preciso tener en la cabeza esta previsión: si ningún sujeto convocante tiene el monopolio de la movilización de esos millones de personas que están en acción, ¿quiénes negocian la salida del problema?  Porque no tener el monopolio de la movilización comporta que no se tiene el monopolio de la representación. Y si se tiene la virtud de compartir las movilizaciones, debería corresponder con la buena forma de compartir la representación a la hora de negociar.  Alguien tenía que decirlo.


Nota.--  La foto se corresponde con la manifestación de ayer en la localidad de Villamalea. Su autor, Venancio Cuenca. Nuestra intención es clara: reconocer el trabajo de quienes, en las pequeñas ciudades, están al frente de esas movilizacione y a los vecinos que acudieron. El otro día fue Pineda de Mar, hoy es Villamalea. 




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