Kant es mucho Kant. Cuando se
publicó la segunda edición de La paz
perpetua escribió un añadido formidable. Esa auto enmienda de adición,
cargada de fina ironía, propone un «artículo secreto para la paz perpetua».
Plantea una discusión pública sobre la guerra y la paz y la omisión de todo
secretismo al respecto. Definitivamente, Kant es mucho Kant. Pero Artur Mas y sus masoveros
se pasan a Kant por la cruz de los pantalones.
Como es suficientemente sabido,
la mayoría parlamentaria catalana se empeña en exhibir y justificar un pétreo
secretismo en la discusión acerca de la ley que declare unilateralmente la
independencia de Cataluña. En lectura única, sin enmiendas. Aquí te pillo y
aquí te mato secretamente. Es la ruptura de todas las grandes normas
parlamentarias, de los usos y costumbres. Es el mangoneo más escandaloso y
trapacero que haya hecho un parlamento en las sociedades llamadas avanzadas. Por
lo tanto, ¡Muera Kant y sus perifollos!
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