Las cosas se están poniendo al
rojo vivo en el PSOE.
De hecho, cada día que pasa es un escalón más hacia una bronca descomunal. Y
cada micrófono que se acerca la boca de los contendientes sirve para enviar
cargas de alto voltaje. Las aguas andan tan revueltas que, a estas alturas, no
parece viable ningún intento de salida intermedia. Así están las cosas: o la
caja de Pedro Sánchez y sus allegados o la
faja de las behetrías periféricas. Es
decir, o caja o faja.
Me dicen algunos conocidos que
asistieron al mitin de los socialistas, ayer en Barcelona, que uno de los
momentos de mayor tensión eléctrica fue cuando Miquel
Iceta soltó este do de pecho: "Pedro, ¡Mantente firme! ¡Líbranos de
Rajoy y del PP! ¡Por dios!". Lo que tiene toda la pinta de ser un grito de
tragedia griega –de Sófocles, por ejemplo-- y supone un órdago a la grande. (El coro
sofocleo corroboró las palabras del orador). No tardará mucho en que algún
señor de los merinazgos socialistas responda con igual o mayor diapasón.
Nadie sabe cómo acabará este
zafarrancho. Abro paréntesis: un dato,
sin embargo, parece que está preocupando a la coalición Viejas Glorias: la ratificación ayer,
por parte de la militancia del Labour, de Jeremy Corbyn
con un consenso superior al del año pasado. De otra parte, los de Sánchez saben
perfectamente que la sombra de las glorias de ayer es oblicuamente alargada. Cierro
paréntesis.
Decía que nadie sabe cómo
terminará este zafarrancho. Pero es dudoso que acabe con una síntesis. Las
posibilidades son: o acaba con una salida en falso o con la victoria, aunque
sea temporal, de uno u otro contendiente. En realidad da la impresión que, en
la batalla interna, la política de alianzas de Sánchez para formar gobierno es
un pretexto. Lo que parece que importa es si va a continuar al frente de su
partido o el bastón de mando pasa a alguien bienquisto por las viejas glorias.
De donde estimo conveniente
proponer esta cavilación: Podemos
no puede hacer abstracción de este problemón que tiene el PSOE. Tampoco tener
una actitud de vuelo gallináceo, es decir: que el PSOE se vaya al garete,
pensando que puede sacar tajada. No es, a mi entender, una cuestión de
generosidad sino eminentemente política. Un PSOE dividido dramáticamente y auto
derrotado dejaría la izquierda hecha cisco.
Faltan pocas horas para saber el
resultado de las elecciones gallegas y vascas. Ya veremos qué novedades aportan
al escenario general y a estas greñas internas.
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