El escenario de esta exposición, de la que es
comisario Javier Tébar, es la ciudad de Barcelona. Muestra la práctica de la
tortura experimentada a dependencias estatales y ejercida por funcionarios del
Estado durante los años sesenta y setenta del pasado siglo XX.
El franquismo siempre equiparó el orden público y la
defensa del orden político-social con la represión. La violencia represiva
organizada por el Estado fue un fenómeno estructural en la naturaleza de la
dictadura desde sus orígenes en la Guerra Civil, que perduró durante su etapa
final e incluso durante los años de la transición a la democracia en España.
La práctica de la tortura, que fue una expresión más
de esa violencia, nunca fue legal; pero tampoco nunca fue tipificada como
delito ni existió un contexto legal que permitiera su investigación o
prevención. Su uso frecuente por parte de los funcionarios policiales, en
particular de los miembros de las Brigadas Regionales de Información
policiales, constituidas como la policía política del régimen,
tuvo un carácter sistemático, habitual y puesto en práctica de manera impune en
las detenciones de los miembros de la oposición política y sindical. Eran
actuaciones inscritas en el terreno del orden gubernativo.
Uno de los pocos que publicó un artículo recordando
aspectos de aquel pasado incómodo fue Manuel Vázquez Montalbán. En 1985, con motivo de la muerte de uno de los
perpetradores de esas torturas, el escritor publicaría un artículo en el que
reflexionaba sobre aquella desaparición de escena de protagonistas que forman
parte de la historia de la infamia:
“Tampoco sus
víctimas hicimos nada por enfocarles con el reflector. La Reforma había
absuelto a los dueños de los Creix, ¿hubiera sido justo perseguir a los
criados? Martín Villa me dijo en cierta ocasión que la oposición se atrevía a
pedirle las cabezas de la policía política, pero no las de militares e
intelectuales cómplices de un mismo estado de cosas. Al fin y al cabo algunos
militares se habían prestado a oficiantes de represiones jurídicas y un buen
puñado de intelectuales, pusieron aquella barbarie en endecasílabos. Pero no
utilizaron las manos para romper el alma y el cuerpo de los reconstructores de
la razón: anarquistas, comunistas, socialistas, nacionalistas que conservarán
mientras vivan en su memoria el recuerdo de todos los profesionales de la
humillación” (Manuel Vázquez Montalbán, “Los Creix”, El País,
28-3-1985).
Los principales protagonistas del relato coral que
presenta esta exposición, producida por El Born Centro de Cultura y Memoria,
son aquellas mujeres y aquellos hombres que fueron objeto de una vulneración de
sus derechos humanos por negarse a aceptar la condición de súbditos, porque
aspiraron a los derechos de ciudadanía y las libertades democráticas y lucharon
para conseguirlos. Su mensaje es nítido y es el momento de atenderlos, de
creerles, porque lo que fundamentalmente piden la mayor parte de estas personas
que fueron víctimas de la violencia institucional franquista es que no se les
niegue que "esto les pasó".
No hay comentarios:
Publicar un comentario