He tenido
la oportunidad de leer de cabo a rabo el texto programático que los socialistas
están discutiendo este fin de semana en Madrid. Agradezco al amigo Carlos
Combalía que me lo enviara hace ya algunas semanas. Así es que he tenido tiempo
para sacar algunas conclusiones provisionales a la espera de ver en qué acaba
el evento. De momento no entraré en la pormenorización de las propuestas del
texto programático (eso lo dejaremos para otra ocasión) sino en dos cuestiones
de orden general.
Primera.
-- Aunque los redactores han procurado
no dejarse nada (o pocas cosas) en el tintero es evidente que se trata de una
vasta elaboración en toda una serie de materias, económicas, sociales, políticas
y culturales que, también de momento, no valoraré. Sin embargo, en esta primera
consideración me interesa sacar a colación a C.B. Macpherson. El mismo que en
La democracia liberal y su época se interrogaba lo siguiente: «¿Qué tipo de
Estado hacía falta para este tipo de sociedad?» (1). O, lo que es lo mismo, qué
tipo de Estado hace falta para el mejor acomodo posible de las propuestas de
los socialistas.
Me explico:
el grupo dirigente del PSOE ha estado desacertado en no situar la «cuestión
federal» en el texto programático. De manera que no es posible saber en qué eje
de coordenadas se inscriben sus propuestas. Entiendo, pues, que no será útil
esta conferencia porque –para evitar una cuestión tan espinosa en ciertos
sectores, ¿solamente en las vacas sagradas?-- establece una escisión entre las propuestas
(ya planteadas) y el «modelo de Estado que hace falta» (todavía por definir). Pongamos
que hablo de lo siguiente: de la reforma fiscal en un Estado federal y sus
implicaciones en las políticas de welfare en dicho Estado federal.
Segunda.-- De una atenta lectura se constatan dos cosas:
a) una ausencia de jerarquía de las propuestas y, por tanto, una cierta
confusión de prioridades; y b) una absoluta desatención por los vínculos y
compatibilidades entre todas y cada una de las propuestas. Esto último es un
vicio generalizado de la política y, ¿por qué no decirlo?, de las propuestas de
los sujetos sociales, incluido el sindicalismo confederal. Es como si las
diversas variables de un polinomio algebraico no estuvieran vinculadas
entre-sí. O, como he dicho en otras ocasiones: un conjunto de tapas variadas
(por magníficas que fueran) no conforman un menú. Que la política no es una
ciencia exacta (o ni tan siquiera una ciencia, sino un artificio) no impugna la
mayor.
Apostilla.-- La verdadera apuesta por el federalismo de
los socialistas se verá cuando su literatura programática encaje, con los menos
chirridos posibles, en el tipo de «Estado que se necesita». Y la sostenibilidad
de las mismas se verá a prueba tras el establecimiento de los vínculos y
compatibilidades de todas ellas entre sí, esto es, de la consistencia del
polinomio.
(1) C.B.
Macpherson en La democracia liberal y su
época. (Ciencia política, Alianza Editorial, página 50)
No hay comentarios:
Publicar un comentario