Recuerdo
a los amigos, conocidos y saludados que, en cierta ocasión –concretamente en
puertas de unas elecciones autonómicas en Cataluña-- Artur
Mas firmó ante notario que no pactará con el PP si gana las elecciones.
De sobra saben ustedes en qué quedó aquella promesa. De ahí que podamos llegar
a una conclusión (todo lo provisional que se quiera) de que una cosa es la
«razón electoral» y otra, bien distinta, es el cumplimiento, incluso ante un
notario, de la palabra dada. Y no les hablo de la nula relación entre razón
electoral y la palabra dada en el Partido Popular. Mariano Termidor y sus
parciales saben de ello lo suficiente –y nosotros también-- para no abundar en la materia. Viene a cuento
esta introducción para resaltar la promesa, hecha por Rubalcaba, de que si gana
las próximas elecciones generales pondrá patas arriba la agresiva legislación
del PP en materias tan sensibles como la reforma laboral, de educación y todo
lo atinente a las libertades.
Quede claro: ni se me ha pasado por las mientes que
todos los mentados sean iguales. Eso es tan falso como los viejos duros
sevillanos, esto es, aquellas monedas de cinco pesetas de
antañazo. Dicho lo cual, como elemento pedagógico, no puedo dejar en la cuneta
que a mis años he visto muchas distorsiones entre la palabra dada y la razón
electoral, muchos pelillos a la mar tras el cambio de la tortilla
gubernamental. Por ello, sin relación alguna con la desconfianza, aunque sí con
la cautela, me atrevería a plantear al PSOE algunas amables consideraciones. Son las que vienen
de seguida.
¿No sería pertinente que Rubalcaba hiciera llegar a
los sindicatos y al conjunto de movimientos sociales –pongamos que hablo de la Cumbre Social-- un
documento oficial sellando tan solemne compromiso? ¿No sería oportuno que,
además, se indicaran las líneas maestras de en qué dirección irían las
novaciones legislativas tras la derogación de toda la deforestación que ha
puesto en marcha Mariano Termidor y los suyos? Por otra parte, comoquiera que
no tenemos garantías de que Rubalcaba liderará
la alternativa en las próximas elecciones generales (ni un servidor es quién
para decir quién debe serlo), parece conveniente que esa palabra dada por el
primer dirigente del PSOE sea patrimonio de toda la organización. De aquí que
la solemnidad del documento requerido deba ser no sólo personal sino «de
partido».
Naturalmente, mientras tanto, habrá que seguir
insistiendo en la famosa observación de William Shakespeare: «fuertes razones
hacen fuertes acciones». Esta será la mejor garantía para frenar ahora todo lo
posible el gran desmán del Partido Popular. Y mañana una aproximación al
cumplimiento de Rubalcaba frente a los poderes intimidantes, y de esa manera
desmentir tajantemente a otro inglés famoso,
Alexander
Pope, que escribió
aquello de «los tontos se meten en sitios en que los ángeles titubean antes de
pisar».
Repito: no es desconfianza. Es una llamada de
atención a que lo prometido no puede ser un pronto
para cargar mediáticamente, buscando a la desesperada un titular llamativo,
contra Mariano Termidor y los suyos. Lo que propongo porque sería una
descortesía si a alguna organización se le ocurriera descabelladamente pedir lo
mismo.
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