viernes, 24 de noviembre de 2017

Los Manolos en las elecciones catalanas.



«El conceto es el conceto», dijo Manquiña misteriosamente hace años; nunca aclaró a qué se refería. Ahora bien, si lo hubiera manifestado en estos tiempos hubiera sido entendido como una alusión elíptica a las cosas de Cataluña. De una Cataluña que está en puertas de unas elecciones autonómicas, convocadas para mayor inri desde Madrid, que según Rafael Alberti es la capital de la Gloria y según otros es la madre de todos los círculos del Infierno dantesco.

Los partidos y coaliciones están reorganizando sus aperos de labranza para cosechar apoyos y van rebañando en todos los intersticios nombres y figuras para sus candidaturas, sabiendo que ya no hay caladeros estáticos y que lo que antes fue sólido ahora tiene otras características. Los viejos graneros de antaño son ahora volátiles o líquidos.

En una de las formaciones de la pugna electoral –la de los socialistas de Miquel Iceta--  figuran dos personalidades de renombre en el movimiento de los trabajadores: Manuel Gómez Acosta y Manuel Zaguirre. El primero de los dos Manolos antiguo dirigente de Comisiones Obreras; el segundo, primera figura de la USO durante muchos años. Dos vidas paralelas que finalmente han convergido en un compromiso político.

Los dos Manolos no necesitan que se les haga ninguna sugerencia importante. Saben qué se juegan en estas elecciones y lo principal –el conceto de Manquiña--  lo tienen en sus amuebladas cabezas. El concepto de ambos es la unidad de los trabajadores de España, porque la división es la ruptura del sindicato, de las relaciones laborales y de los convenios colectivos. Eso es lo fundamental.

Ahora bien, la campaña electoral será indudablemente cacofónica, monotemática. De ahí que los dos Manolos necesiten de todos sus saberes y conocimientos para que su voz –esto es, sus propuestas--  ponga encima del tapete los problemas que tiene el mundo del trabajo heterodirigido. Y las pistas para solucionarlos. Hablando en plata, para darle fisicidad y primeras soluciones a las patologías sociales. El conceto es el conceto, lo diga Manquiña o su porquero.  




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