domingo, 9 de mayo de 2021

Salvador Illa, pase usted el Rubicón

Ochenta días sin gobierno en Cataluña: chicoleos tartamudos entre los partidos que podrían formarlo, perplejidad de ese sector preocupado por las cosas de la política y un desentendimiento total por parte del grosor de la población. Waterloo sigue levantándole el gallo a los de Esquerra. Puigdemont parece decirle a Pere Aragonès García aquello de «cuando seas padre comerás huevos». Por lo que Aragonès ha dicho que «entierra la negociación». Puede ser.

Es posible que ninguno de los dos sepa qué va a pasar. Este juego del escondite se está complicando en demasía y no es de extrañar que lo que digan los hunos y los hotros sea tan falso como la «falsa monea, que de mano en mano va / y ninguno se la quea».

No hace ni cuarenta y ocho horas que Jordi Sánchez, que ha acumulado en su cursus honorum una particular versatilidad política, declaró que «el acuerdo está al alcance de la mano». Manos tijeras: «Tú y yo teníamos un propósito
Nada de esto fue a propósito»
Una vez más la relación espacio – tiempo es muy defectuosa en el independentismo. La independencia –dijeron-- era cosa de cinco minutos, a continuación, en menos que canta un gallo, entraríamos en Europa …

Nada de lo que digan unos y otros tiene credibilidad. Y todo parece indicar que Waterloo intenta desestabilizar a ERC retrasando, retrasando, retrasando la formación del sinedrio gubernamental. Quiere demostrar que habrá gobierno cuando ella quiera; es decir, cuando se pongan de acuerdo las diversas fracciones de los post post post convergentes.

Por eso me parece de cajón que Salvador Illa debe hacer un gesto. Entiendo que el PSC es excesivamente prudente, una calma –me parece--  que tiene el sello inconfundible de la templanza de Miquel Iceta. Pero es necesario darle un giro a esa calma y proponer algo que sirva de revulsivo. De momento afirmo: «Averígüelo Vargas».  

 

No hay comentarios: