lunes, 11 de noviembre de 2019

Sobre “lo” de ayer: o Bella ciao o Ay de mi Alhama




Comentaristas de garrafón y tertulianos de medio pelo se hartaron de afirmar que Vox, cuando entrara en las instituciones, cambiaria de piel y se haría respetable. Tanto insistieron que hubo quien mordió el anzuelo, pensando que aquellos tics eran puro folclore; claro, un poco fachas, pero solo folclore. Tales comentaristas no vieron que los ultras eran una expresión castiza de las corrientes del neopopulismo norteamericano y europeo que iba poniendo el campamento desde el cabo de Gata hasta Finisterre y desde Creus hasta el coto Doñana. En concreto, Vox era una combinación entre Trump, que pone la letra, y el sepulcro del Cid, que pone la música. En definitiva, no se percataron que Vox no era, ni quería ser, del sistema métrico decimal.

Por otra parte, las derechas de la caspa y la brillantina aprovecharon la ocasión y entendieron que dándole carta de naturaleza a los ultras –y sumando con ellos--  podrían debilitar a la izquierda española. Casado y Rivera con tal de desalojar a Sánchez  se aliaron con Vox. Casado y Rivera, dos alguaciles alguacilados. El uno y el otro trabajaron para el inglés. Rivera se ha despeñado hasta la Gehena. Lo peor no han sido sus resultados sino el caballuno ridículo que ha hecho y obligado a hacer a sus mesnaderos. Un desastre de estas proporciones tiene un precedente histórico: el batacazo final de la UCD.

Por otra parte, Casado que ciertamente sube en escaños sigue siendo el segundón, sin la grandeza de aquel famoso Poulidor, llamado cariñosamente Pou Pou.

El fiasco de Casado y Rivera es que los incendios de Barcelona –pacíficos, democráticos y peristálticos— no se orientaron mayoritariamente, como esperaban,  a ellos sino al Partido Apostólico. A Vox. Puigdemont y Torra devuelven el favor, agradecidos, a quienes hicieron independentistas a destajo con sus «a por ellos». Más madera y de esa guisa subirá Vox. Análisis académicamente maoísta: agudizar las contradicciones en el seno del pueblo.

No sólo fue el terreno que Vox les iba comiendo a la desavenida pareja –Casado y Rivera--  sino que, especialmente, les fue dictando la política. Lo pudimos ver en Andalucía y recientemente en la Comunidad de Madrid.

2.---  El resultado de las elecciones de ayer complica, todavía más, el panorama político español. Cierto, el PSOE ha vuelto a ganar las elecciones y, nuevamente derrotado el imprudente Casado. Pero las dificultades existen: lo que anteriormente era una olla de grillos se ha convertido en una zahúrda. Haga pucheros, pues, la izquierda. Pero sólo un par de días. Acabado ese plazo deben arremangarse las mangas de las camisas de Pedro y Pablo.

Hay posibilidades, todavía hay posibilidades de salir medianamente bien de esta situación.  La derecha no suma y la izquierda puede sumar. Ahí está la clave: en que la izquierda puede sumar. Claro, siempre que Pedro y Pablo abandonen sus improductivas cabezonerías y recuerden aquella máxima que Platón ponía en boca de Sócrates: «el objetivo de la sanidad no son  los médicos sino la salud de los ciudadanos». 

Son dos personajes, ciertamente, que se han dicho de todo en los últimos meses. Pero, saben perfectamente, que la magia de las palabras puede convertir aquellos rayos y truenos, aquellos temporales en agua fina capaz de regar adecuadamente la vega. Me permito el último punto y aparte.

Recuerdo cuando Nanni Moretti, frente al televisor, exigió a un Massimo d´Alema: «Dí algo de izquierdas». Pues bien, tomando mi cafelito mañanero, les digo a Pedro y Pablo: «Poneros de acuerdo, leche».  Ya sabéis que es más amable cantar conjuntamente el Bella Ciao que, separados, entonar el Ay de mi Alhama


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