miércoles, 27 de noviembre de 2019

Primarias y consultas, dos martingalas




Cuando Avón llamó a su puerta, el partido político compró cremas y afeites para disfrazar su senectud. Dos potingues se llevaron la palma: Primarias y Consulta a las bases. Química orgánica fetén: rosa de mosqueta, aceite de argán, lavanda y otras virguerías por el estilo.

Alguien ideó la operación lampedusiana: maquillar las arrugas del partido político y presentarlo como un pimpollo. Sabía que tendría una repercusión mediática la elección del primer dirigente mediante votación universal de la sufrida militancia. Por un lado, el primer líder aparecería adobado de la mayor carga democrática; por otro lado, las bases descubrían un quehacer concreto.

El resultado de este tratamiento facial ya lo previmos en este mismo blog hace años: un híper liderazgo del primer dirigente, que elegido de manera universal sólo respondía ante un genérico “todos y todas”, o sea, ante nadie. La (aparente) intención democrática se transformaba, queriendo o sin querer, en cesarismo de dieciocho quilates.

La consulta fue la segunda martingala. Que en unos casos aparece como salida a la indecisión del grupo dirigente o como un elemento estético. Remedo de participación.


¿Añoranza del viejo partido, que –andando el tiempo--  se hizo carcamal achacoso? No tal. Aquello fue muriendo porque fue una biblioteca de libros intonsos. Pero tampoco este dar gato por libre. 

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