jueves, 4 de julio de 2019

La romería a Estrasburgo





La peregrinación independentista llegó a Estrasburgo procedente de los diversos campanarios catalanes. El hombre de Waterloo –un atolondrado para las cosas de los demás, menos para las suyas propias--  no se presentó. El caballero tiene fama de imprudente pero sabe cuidarse; cruzar el río hubiera significado, tal vez, entrar en la cangrí.

Los peregrinos exhibieron músculo anti europeísta. De la Europa que iba a ser su santa matrona protectora han pasado a convertirla en la gran adversaria. A los peregrinos parece que sólo les va a quedar las amistades peligrosas de Polonia y Hungría. Meapilas los de allí y los de aquí.

Tiene interés la observación del siguiente correlato: a medida que el independentismo se va degradando en diversas sacristías, que ya empiezan a odiarse más entre sí que al «país vecino», se va incrementando el anti europeísmo.

Para más inri el ministro Borell –de los Borrell de La Pobla de Segur de toda la vida--, el catalán más odiado por los peregrinos, es designado para la máxima responsabilidad de las relaciones exteriores de la Unión Europea. Para la que en otros tiempos se le llamaba Míster PESC.

Las cosas claras: cada vez lo tienen peor los independentistas. Excepto para quienes organizan las romerías a las ermitas de Waterloo y Estrasburgo. Una burda imitación del INSERSO.



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