martes, 2 de julio de 2019

La cobardía del Nuncio Fratini


Sabemos que la diplomacia vaticana es una de las más sofisticadas del mundo. Veinte siglos la contemplan para lo poco bueno y lo mucho malo. Por eso, somos del parecer que el ex abrupto de Renzo Fratini, alto funcionario de la Iglesia y Nuncio en España, no es un pronto, un calentón de boca. Lo que no quita que sea un acto extremadamente cobarde por parte del funcionario que horas más tarde su jubilaba.

Efectivamente, sorprende que las declaraciones de Fratini («No ayuda a vivir mejor recordar algo que ha provocado una guerra civil») con motivo de la exhumación de Franco, hayan sido pronunciadas por un diplomático en el ejercicio de su cargo, rompiendo todas las normas de las relaciones entre Estados. Una injerencia  en las decisiones españolas, y más concretamente del Parlamento español. Una injerencia que, como hemos dicho anteriormente, es cobarde pues se pronuncian horas antes de la jubilación del funcionario.

Aquí hay gato escondido. Esto no es sólo, con ser grave, una intromisión en los asuntos de un país soberano. Aquí huele a cuerno quemado. Concretamente, ese rejón se dirige contra el papa Francisco y, con toda seguridad, forma parte de la conspiración de una parte muy influyente de la Curia y sus terminales en los estados nacionales con la ayuda de algunas cancillerías europeas. Sin ir más lejos, la italiana.


La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, le ha llamado la atención al caballero ensotanado. No obstante, su reacción merece un comentario. Cuando Calvo plantea, como reacción a la incontinencia de Fratini, que estudiará la eliminación de los privilegios fiscales de la Iglesia no nos parece un argumento lógico, porque los privilegios deben eliminarse tanto si Fratini dice pitos como si dice flautas. En resumen, la igualdad ante la ley nada tiene que ver con el nivel de ultrancismo del Nuncio. Y tres cuartos de lo mismo podríamos decir en torno a la eliminación de esa antigualla que es el Concordato. 

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