martes, 16 de julio de 2019

La altivez de Pedro, el egotismo de Pablo




Pedro y Pablo están coqueteando en el precipicio. Para mí que están practicando la técnica patria del órdago: la política, en ciertos casos, es la prolongación del mus por otros medios. Pablo y Pedro, así las cosas, van del coro al caño y del caño al coro. Los seguidores de cada cual son los recios figurantes de este singular melodrama.

Entiendo que haya gente  que quiera saber quién es el responsable de este calcorreo político, y comprendo que también haya personal que responsabilice a uno o al otro de tantas vueltas y revueltas. Sin embargo, en mi opinión, lo más importante no es quién es el responsable y, ni siquiera, quién lo es en mayor medida. Eso es, en efecto, lo ortodoxamente académico. Para mi paladar ambos –Pedro y Pablo— serán los responsables, caso de no llegar a acuerdos, de que no haya un gobierno de izquierdas en España. Me da igual que el gobierno sea de coalición o de cooperación o de consolación. En resumidas cuentas, que se empiece a abordar los problemas, viejos y nuevos, de la gente de carne y hueso es para un servidor más importante que si Pedro mea más largo que Pablo, o al revés.  ¿Por qué? Porque el objeto de los políticos no es la política sino la ciudadanía. Que lo sepan Pedro en su altivez y Pablo en su egotismo.



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