La
expresión «gobierno de los mejores» está siendo demasiado sobada. La han
utilizado los dirigentes más dispares y todavía está sin demostrar que haya
sido acertada en la práctica. El gobierno
de los mejores es una chuchería multiusos del lenguaje de la política.
Ayer, Pedro Sánchez, que es de Ciencias, tiró del dicho en pleno zafarrancho de
palabras con Pablo Iglesias el Joven, que es de Letras.
Cada
vez que oigo lo del gobierno de los mejores me llevo la mano a la
cartera. Debo protegerla de la voracidad de los mejores. Comoquiera que mi memoria tiene ya ciertas porosidades
sólo recuerdo a Artur Mas que, en la campaña
de las autonómicas, prometió el gobierno
de los mejores. Mas ganó a Montilla y recuperó la presidencia de la
Generalitat. Con dicho equipo empezaron las privatizaciones y los recortes en
Cataluña, antes incluso de que Rajoy le
tomara gusto a lo mismo. El gobierno de los que mejor han utilizado la
motosierra a destajo y las tijeras al por mayor. «Gobierno de los mejores»:
lagarto, lagarto.
No
tiene sentido alguno que Pedro Sánchez use ropa de segunda mano en sus
declaraciones. Más todavía, un partido serio como el PSOE debería caer en la
cuenta de que es mucho más austero y creíble hablar de gobierno de los más
idóneos. En todo caso, sea de los mejores
o de los idóneos, para que haya
gobierno un día de éstos es necesario
cometer el pecado mortal de pactar.
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