Los
socialistas y los post convergentes pactan el reparto de la túnica sagrada de
la Diputación de Barcelona: 1.000 millones de euros es su Presupuesto. Los de
Esquerra Republicana de Catalunya se rasgan las vestiduras y sin disimulo
acusan al hombre de Waterloo de favorecer dicho apaño. En otras ciudades de ringorrango los
socialistas y los de Esquerra se ponen de acuerdo dejando a los post
convergentes a la intemperie: es el caso
de Sant Cugat del Vallés, provocando una
considerable rebelión de los divertículos intestinales de can Waterloo. Feroz
esta pugna entre los de Puigdemont y los de Junqueras, entre don Carnal y doña
Cuaresma.
De
lo que hemos dicho se infiere que han fracasado estrepitosamente quienes
trazaron la orden taxativa de negar el pan y la sal a los socialistas, también
fautores del artículo 155; igualmente podemos hablar del fracaso del diseño que
hicieron algunas covachuelas de convertir el municipalismo en el peón de brega
del independentismo. Un fracaso colectivo que en el segundo Maragall alcanza la más significativa concreción.
Más todavía, han sido los de Iceta quienes han
elaborado el machiembrado de una versátil política de pactos, que le permiten recuperar
una cierta parte del territorio perdido.
Así
las cosas, digamos que sigue existiendo un fuerte potencial de sentido común en
Cataluña. En todo caso el panorama está
cambiando: el independentismo y la Brigada de Brancaleone se asemejan cada vez
más.
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